«Emilia Pérez» es la demostración más clara que eso de que los actores deben estar en consonancia a las circunstancias del papel es una reverenda estupidez. El señor Karla Sofia, protagonista de esta historia, es un actor LAMENTABLE de punta a punta y eso es lo que se le critica. Es malo pero con ganas. Ni su condición de transgénero lo salva, ni debería pues sería una excusa burda a su falta de talento, como ya han intentado algunos, ofendidos y aupados en la ya muy manoseada y gastada acusación de homofobia. Yo al señor no le tengo miedo, como diría mi abuelo «lo que haga con su trasero me da igual, total a mi no me la están metiendo». Me parece horrible como actúa y me parecería lo mismo si fuera hetero ye hiciera un papel de hetero, o ya puestos de transgénero, porque él y solo él es el del problema, es un mal actor así de simple, está dentro de él, no tiene esa capacidad. Y que encima está convencido (basta repasar como miró a Demi Moore cuando ella subió al escenario a recoger el premio Golnden Globe, que él ya daba por hecho que era suyo) de que todo le debería tocar a él porque es transgénero y pobrecito está siendo oprimido sino le das lo que quieres aun sin merecerlo. Hablando de fobias, más miedo me da que esa tendencia siga arruinando películas. «Es que debieron conseguir un mejor actor transgénero». Exacto, eso es admitir que prima el talento actoral sobre si a él le gusta o no tener pene. Que un actor heterosexual profesional y con un gran curriculun y premios y nominaciones pudo haber hecho un papel mil veces mejor sin el requisito de ser transgenero para que sea válida su elección. Pero alegrémonos de todas formas, gracias mil gracias a él, ahora existe la prueba real y tangible que tal afirmación, la de actores y sus papeles, es simplemente idiota. Y que no busca dar una representación, una «visibilidad» (palabra más horrorosa) sino arrebatar injustamente a un profesional la oportunidad de trabajar un personaje complejo, creyendo que porque te gustan los calzones rosados con bobos eres idóneo y perfecto para asumir el papel. Que de hecho que no importa si lo haces pésimo, como eres de una «minoría invisibilizada» se te debe perdonar y aplaudir ser un profesional mediocre. No señores, váyanse al quinto cuerno.
Y eso solo es la punta del iceberg de todo lo malo que tiene esta película, que sorprendentemente va ganando premios, precisamente porque son muchos los idiotas que piensan que eso malo en realidad es lo bueno que tiene. Y ya me imagino que los que no entendieron nada o se computan que son los únicos que entendieron, la van a llevar a esos deslucidos, bobalicones y mediáticos premios que llaman Oscar, que solo premian lo que está de moda y hace feliz a la generación de cristal que cree que así han conseguido algo, guerreros de la justicia social. Tenemos aquí problemas, como por ejemplo, la instrumentalización del delicado tema que tiene México con el narco; aquí es solo una especie de excusa, un trasfondo, para contar una historia que pretende ser dramática y lo único que consigue es comedia involuntaria. Ed Wood podría morirse de nuevo de la envidia ante algunas de las secuencias de esta película. Por momentos se nos antoja, sientes, que el narco está bien y son los policías malos los que llevan a nuestro pobre protagonista a tener que tomar una decisión tan drástica, si podían simplemente dejarlo en paz. No me sorprende que su director sea francés, considerando lo que los franceses opinan de sus cuerpos policiales (Francia es otro país de Europa que ha caído víctima de las ideas «progre»). Y la que debe estar lamentando haber participado en este proyecto es Selena Gómez, que sin ser espectacular es una actriz bastante eficiente, como ha demostrado en la serie de TV «Only Murder in The Buildings» (y eso haciendo trío protagónico con ese par de actores renombrados que son Steve Martin y Martin Short, que no es fácil lucir al lado de esos dos) porque éste es largamente el peor de sus papeles y no creo que si su carrera sobrevive pueda conseguir algo peor. ¿Qué se le critica a la pobre Selena? que si tienes un español tan marcadamente «mascado», tan sucio porque claramente no es tu lengua madre, ni la usas en tu día a día, no te metas a pretender que hablas español y encima con jergas en el papel que interpretas. Su problema con su español es tan malo que tapa todo lo demás, no dejándote ver si está actuando bien o mal, si tu oreja te dice todo el tiempo que pronuncia mal, conjuga mal los verbos, los tiempos y los pronombres. Y que por último canta horrible (precisamente porque canta en español) cuando es fácil saber que canta muy bonito… en inglés. Pero claro, como es descendiente de mexicanos, de esa generación de mexicanos que llegaron a Estados Unidos y de inmediato limitaron y hasta prohibieron el aprendizaje del español en sus hijos, era perfecta para el papel. Sin ir muy lejos tenemos a Isabela Merced, de raíces peruanas y que habla un español casi perfecto y a Anya Tayor-Joy de raíces argentinas, que encima de hablar español tiene acento «porteño» (Buenos Aires) pero criada en países que hablan inglés, pero parece que este pequeño detalle al hacer el casting no interesó realmente a nadie. Al final nos quedamos con una reflexión: si algo no era necesario, si se lo puede quitar y quedaría mejor o igual que como estaba, no estamos ante arte, lo que estamos viendo es política.
(Y si, no he puesto de que trata simplemente porque me da flojera recordar…)
Lamentablemente estamos en tiempos donde lo politico correcto es quitar escenas de algunas peliculas clasicas por que supuestamente ofenden a alguna minoria o son machistas o nacionalistas, o realizar series como la Reina Victoria u otra alteza britanica donde algunos miembros de la nobleza son de raza negra, «porque no se puede marginar al actor por su raza» a pesar de que era imposible en la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX que la nobleza inglesa estuviera integrada por minorias raciales.
Toda esta vaina es como un péndulo, y por estos días ya vamos de bajada desde lo más duro de lo woke… lo malo es que vamos a subir hasta lo más duro de lo «facho». Al final los extremos se tocan y no son, ninguno de los dos, buenos…
Ni que lo digas. Ya me han llamado liberprogre.
A mi unas semanas me llaman facho de derecha, DBA y troll… otras semanas me dicen progre, woke… y troll…. algunas veces me dicen ambos, lo que lo hace más divertido 🙂