Trabajar en Revista SUGOI, más específicamente en Publicaciones Creativas S.A., que era como se llamaba su casa matriz, fue una experiencia que marcó mi vida de una manera definitiva. En esta saga de posteos nostálgicos que comienzan hoy iré contando algunas cosas de lo que significaba el día a día en SUGOI compartiéndolo con la universidad y la certeza de que me estaba quedando grande tanta responsabilidad. Pero también es una crónica de las personas que conocí ahí y que aun hoy en día puedo seguir llamando, a muchos de ellos, amigo. De los otros no pienso hablar nunca, que el siquiatra me prohibió hacer mala sangre. Pero vamos por partes… primero que nada Publicaciones Creativas albergaba muchos proyectos, destacando luego lo del anime y el manga y finalmente siendo lo único que atendía. Básicamente la revista SUGOI, el club SUGOI, el suplemento/revista mensual del club que se llamaba MASAKA, la revista hentai YADA, los suplementos de manga nacional MANGAKAN y TENKAICHI, el programa de tele SUGOI TV y por supuesto la Librería SUGOI (entre algunas cosillas más que me estoy saltando sin querer seguro). ¿Cuántos éramos? como una veintena de personas metidas en diferentes partes de la estructura, teniendo al Comité Editorial de la Revista SUGOI como el ente rector máximo de los destinos de todo lo demás.
Yo, por mi parte, trabajaba directamente para el área editorial en lo que más divertía: la edición de los medios impresos. Otro día les cuento como llegué hasta ahí, digamos que gracias a una carta muy larga, escrita con máquina de escribir. Y cuando editas un medio impreso lo que en español estás diciendo es que pones lo que alguien más escribió en papel y le das forma para que se vea bonito y sea entretenido de leer. Y esa es la parte realmente difícil del trabajo: encontrar gente que redacte (ya pedir que redacte bien es un exceso) y conseguir que el «redactor» sepa realmente de lo que está hablando. Pero en SUGOI cundía una peculiaridad que era casi indispensable como requisito para unirse a la organización: tenías que ser bien friki. No de todo pero si de todo si querías, o serlo de un par de temas en particular, los que te dieran la gana. Así que conseguir gente que supiera de cosas frikis en SUGOI era relativamente fácil… lo jodido era convencerlos de sentarse tras un teclado y ponerlos a escribir.
Lo vamos a llamar «Yaten» (si, la de Sailor Moon, aunque en este caso estamos hablando de un él), que era la más popular de las «chapas» que le pusimos. Porque trabajar en SUGOI significaba, casi podríamos decir que venía como clausula en el contrato, que te iban a poner un par de docenas de chapas hasta encontrar una que te distinguiera y cuando lo consiguieran ya no habría manera de echarse atrás, hasta en las reuniones de trabajo serias te iban a llamar por tu chapa. Así que lo llamábamos Yaten… sin duda una de las personas más extraordinarias que he conocido en la vida. Cuando lo conoces a primera instancia, para una persona que suele ser reservada y callada como yo, es un shock toparse con una personalidad extrovertida, alegre, dicharachera, de lengua afilada y que es capaz de cubrir todo alrededor con su forma de ser. A mi me cayó pesadísimo a primera vista. Pero como ya sabía que yo soy como soy, simplemente me senté a ver como era él en realidad más allá de mis prejuicios. Y encontré que el enciclopédico Yaten, que siempre te sacaba una referencia exacta en sus temas que dominaba, al que era casi imposible agarrarlo con un dato que no pudiera ampliar, no era que fuera una persona presuntuosa y que se esforzaba en tratar de demostrarte que sabía más que tu. No. Más bien todos los apuntes que solía hacer, la mayoría de veces sin habérselos pedido, anidaban en su interés de compartir la información, de sacarte de un error, de que todo esté bien, de que no te equivoques si es que él podía evitarlo. Una vez que entendías eso de él todo cambiaba. Y miren que Yaten era el «comisionado ponedor de chapas oficial» y yo fui víctima cruel de sus intentonas y vaciladas, pero lamentablemente para él la chapa por la que fui conocido siempre en SUGOI me la puse yo solito y se quedó para siempre.
Así que puestas así las cosas y estando por estrenar con bombos y platillos la OVA de Street Fighter Zero en noviembre de 2000, tocaba hacer un artículo del tema en MASAKA, la revista que se entregaba en las reuniones del club. Y yo necesitaba alguien que escribiera del tema, porque aunque yo había jugado mucho el juego… bueno… no era exactamente mi campo, además la idea de un editor no es que él se escriba toda la condenada revista. Así que en medio de mis problemas y vacilaciones alguien me dijo que que SFII era una de las especialidades de Yaten. Por lo que aunque no me hablaba directamente con él, me fui a la librería SUGOI a conversar con él (al menos es lo que me dice mi frágil memoria) y tras una rápida charla estaba seguro de dos cosas: ya tenía mi redactor, y me iba a «arrepentir» de tenerlo (tengo que contarles alguna vez como llegó el Oso Panda a este manicomio). Y es que como no tardé mucho en descubrir el volumen de información, data, trivias y mongueo que Yaten puede acumular de las cosas que le gustan pasa por encima de la Wikipedia. Y él sigue, y sigue y sigue mandándote info. Aclarándote un punto. Te trae todos los episodios de lo que deberías ver. Un CD lleno de imágenes. Es el sueño húmedo de cualquier editor en problemas de páginas en blanco: un redactor que tiene mucho que decir. MUCHO. Así que luego de tranzar una estructura para su artículo le puso mucho empeño y aunque realmente lamento decir que al final tuve que descartar mucho de lo interesante que tenía, para centrarme en exactamente lo que necesitaba… es que no me podía tirar toda la revista para ponerlo todo… al final el artículo quedó bien y todos fuimos felices. Pero ésta no es la anécdota que quería contar. Y miren que décadas de amistad con él me ha llenado la canasta de todo tipo de anécdotas jugosas.
No, la anécdota que quiero contar, y como la recuerdo (podría pedirle que me la vuelva a contar para ponerla exacta, pero en cierta forma este artículo que llega tarde a esta vida, es una forma de agradecerle tantos años de amistad, así que es una especie de sorpresa) es esta de acá: no recuerdo exactamente las circunstancias en las que estábamos conversando, solo que era uno de esos momentos tranquilos en que estábamos todos «los de la oficina» y todos «los de la librería» juntos, haciendo hora… probablemente durante un bloque de las funciones del club, en que Yaten se me acerca (la MASAKA ya había sido publicada) y me cuenta que se la había enseñado a su abuela enferma, que su abuela se había sentido muy orgullosa de ver el nombre de su nieto en letras impresas en una revista. Y que él siempre iba a recordar esa alegría que le habíamos dado a su abuela, por la cual se sentía profundamente agradecido. Admito que me sonroje y me sentí «incómodo» por esta monumental muestra de humildad y humanidad. Porque yo lo había escogido a él por lo que sabía, la experiencia personal que esta decisión había ocasionado fue completamente incidental para mi. Es decir no esperaba que él se la mostrará su abuela, menos que una abuela cariñosa se enorgullecería por ello. Y sin embargo había ocurrido y la acción y sus efectos se expandía tocando el corazón (si, así de cursi) de todos los que conocieron en su momento esta anécdota. Porque nos servía para muchas cosas, pero sobretodo para entender que no estábamos locos, que no eramos tontos y que nuestros hobbies no eran incompatibles con nuestras edades. Y, lo más importante, no solo no le hacíamos daño a nadie sino que hacían sonreír a nuestros seres queridos. Y me recordó que yo mismo me tuve que sentar toda una tarde a charlar con mi madre acerca de anime para que se tranquilizará ante todo lo que en esos años de inicios se decía del demoníaco anime, o que mi padre se la pasaba mostrándole a sus amigotes los ejemplares de mi trabajo, que yo le llevaba siempre para su hemeroteca. Su hijo, el editor general de la revista más importante de anime del país (en esos momentos habían como diez revistas en circulación)… pero en el fondo de mi mente yo sabía, desde que Yaten me contó, que la sonrisa de una abuelita enferma era muy útil para saber que no estaba malgastando mi vida en tonterías.
Y así sentí el peso de la responsabilidad aplastarme y luego disiparse. Que estaba haciendo mi trabajo bien y que no estaba solo en eso. Que si yo movía una mano generaba muy lejos de mi una reacción. Y quería que fueran buenas reacciones. Que toda esa gente que estaba ahí en ese momento metida en este proyecto loco habíamos hecho una marca indeleble en la realidad con el único propósito de divertirnos y que otros se divirtieran con nosotros. Que aunque muchos dijeran que estábamos mal al no madurar como dice el manual, en realidad los que estábamos bien eramos nosotros por respetarnos como queríamos ser. Yaten se fue esa vez al terminar la función, como todos los marcianos que sacrificábamos los cuatro domingos de un mes haciendo que el Club SUGOI hiciera esos mismos domingos «súper increíbles» a sus socios… la vida continuó pero lo que me contó estoy seguro que a la fuerza me hizo una mejor persona.
PD.- se que estas leyendo esto mi querido Yaten. Y ambos sabemos que te gané un round en SFII (creo que en Alpha, cuando lo llevaron a la oficina) una vez de las decenas de veces que jugamos juntos e intentaste quitarme lo manco a la hora de armar cadenas de combos usando golpes especiales. Para mi eso fue como tocar un cielo con las manos.
No te olvides de agregar la historia del OSO PANDA. Y tener presente que todas esas anecdotas memorables de la gente de SUGOI deben ser publicadas. Ya solo nos queda como maximo 30 años cronologicos antes de que pasemos a nuestro proximo isekai y no es seguro que conservemos la memoria anterior. Una pena.
Mientras voy escribiendo de unas me voy acordando de otras y voy tomando notas de lo que recuerdo…. precisamente la del Panda y como llego a SUGOI es la que sigue…. si es que no escribo primero como es que yo llegué a SUGOI… la verdad el paso del tiempo hace que uno vea la perspectiva anecdótica de todo lo que pasó, ya sin el apuro del momento y la presión del tiempo…