Aprovechemos el post de esta serie, para hacer algo “bunka” (cultural) como necesario contexto. Hablemos del infierno y el diablo desde la perspectiva japonesa. Nosotros, aquí en occidente, mayoritariamente somos educados en base a religiones que tienen origen en la historia de Jesús, cristianismo, catolicismos, judaismo y varias variantes y sectas tienen ese origen, y más coincidencias que diferencias. Y una de esas coincidencias es la existencia del infierno y el diablo. El enemigo. Sin importar los nombres que se los use para señalarlos, todas dicen que existe un lugar para el castigo eterno, el cual esta bajo nuestros pies (descrito como en lo profundo de la Tierra) y que en el rige un ser hecho de maldad pura y nada de piedad, cuya función es castigar. En contraposición tenemos el cielo, en el cual habita Dios y dirige al mundo desde ahí y está rodeado de sus huestes celestiales. Un lugar donde solo existe el bien y no hay espacio para nada malo. Y en medio estamos los seres humanos, una especie de sanguche, y cuyo fin último es comportarse bien para que al morir vayas al cielo o si has sido malo, seas castigado eternamente en el infierno. Vivir es una prueba y al morir hay castigo o premio. Pues bien, los japoneses no lo piensan así y el shintoismo y el budismo, religiones que imperan en Japón, nos dan una idea diferente de esto. El shintoismo es considerada la religión original del Japón y es una especie de animismo naturalista muy sofisticada en que se cree en los “kami”, dioses que existen para todo y actúan como tales. Para cada cosa, un dios. Pero saltémonos eso y hablemos de “arriba, al centro y abajo”. Al igual que occidente los japoneses creen que hay un plano superior, uno inferior y al medio la humanidad. Pero el parecido acaba ahí. Ellos piensan que estos tres reinos están compuestos por seres que se relacionan entre ellos y que no son simplemente buenos y malos, sino que en cada reino hay buenos y malos. Y que cada uno puede albergar seres muy poderosos que lucharán con los de los otros reinos. Es por eso, o sin saber esto, que acercarnos a Demon King School puede ser algo extraño. Porque para empezar, aquí los buenos son los demonios, los cuales están dispuestos a luchar y pelear contra los humanos para conservar la paz, incluso al nivel del auto sacrificio altruista. Pero en ambas poblaciones también veremos individuos buenos y malos, incluso capaces de entenderse y apoyar al otro bando, con tal de cuidar del bienestar general. Basada en la serie de novelas ligeras de Shu e ilustradas por Yoshinori Shizuma (con 15 volúmenes a la fecha), una novela «de verdad» (osea un libro sin dibujitos) esta historia comenzó a publicarse en 2017 y en 2018 tuvo una adaptación al manga bajo la mano del fallecido Kayaharuka, con cuatro volúmenes recopilatorios y actualmente tiene una serie animada de 37 episodios. Y si, tiene lo justo para ser entretenida, con un diseño de personajes muy agradable, aunque es una de esas historia en las que a su protagonista, todo le sale bien.
Hace 2000 años el tiránico rey demonio llegó a un pacto con el héroe humano para detener la guerra entre ambos y parar el inútil derramamiento de sangre. Usando su poder, el rey demonio se sacrificaría deteniendo el conflicto, y separando los reinos, y reencarnaría dentro de 2000 años para vivir una vida de paz. Por su parte el héroe humano se comprometía a detener el conflicto y dejar de atacar a los infernales. Acordado esto Anos Voldigod se sacrifica. Y 2000 años después reencarna para encontrarse que muchas cosas han cambiado y que aunque hay paz entre los reinos parece que alguien ha manipulado la historia y, de hecho, nadie es capaz de siquiera recordar su nombre. Anos se presenta en la Demon King School en donde se supone buscan a los candidatos a ser la reencarnación del rey demonio y no son capaces de reconocerlo, aun cuando exhibe su tremendo poder. Y para mayor complicación es catalogado dentro del grupo de inadaptados e inútiles, mientras que es en la nobleza infernal donde se busca a la reencarnación. Pero Anos se sabe lo suficientemente poderoso para acabar con todos ahí y aunque arrogante y muy seguro de si mismo, no es un mal sujeto y más bien siente mucha curiosidad por saber que es exactamente lo que ha ocurrido con las indicaciones que dejó y porque nadie lo reconoce. Excepto una callada chica, llamada Misha Necron, nadie parece tomárselo demasiado en serio. Y Anos va a demostrar, como quien educa a un cachorro travieso, que nadie ahí está siquiera al nivel de sus zapatos y que ningunearlo es un error bastante tonto.
[…] ¿Y esto a que viene? pues es simple, como ya habíamos comentado, se ha lanzado el live-action de Sono…