Hemos crecido. Si. Lo noto en las mañanas cuando me arrastro al baño y la cara en el espejo se parece a la de mi padre y no a la idea de mi rostro que tengo. Pero por dentro… ¿hemos crecido? aquí estoy en medio de muchas maromas que tuve que coordinarse para poder ver en pre estreno la pela Transformers ONE. ¿Y por qué? porque me gustan los transformers de toda la vida. Y creo que por más que haya crecido tengo este derecho de tener una parte de mi niño interior viviendo a salvo dentro del desastroso adulto que soy. Y ambos queríamos ver esta película. Y esto es importante de decir por lo que es esta película: no va a funcionar como un reboot ni como una precuela para ninguno de los universos de la historia. Ni los cómics, ni las animaciones clásicas o modernas o las películas live action de altísimo presupuesto. De hecho su intención es directamente formar su propio canon al cual se acercarán los nuevos consumidores de esta franquicia decana, que este año celebra 40 años. SI, 40 AÑOS. Con una historia «completamente nueva», como si te sentarás por primera vez a ver algo de ella tenemos muchos, pero muchos, pero muuuuuuuuuchos huevos de pascua para el fandom más duro de Transformers, pero puestos de tal manera que no estorben al niño y al adolescente que no necesita que le expliques nada de nada. Que solo quiere divertirse y de pasadita ver que juguete va a escoger en navidad. Pero también funciona como película correcta y entretenida para el adulto que acompaña al niño… haciéndose el tonto, porque el también quiere verla. Todos van a salir satisfechos de alguna manera de ver esta película, a la par de que queda claro que Hasbro no va a soltar a la franquicia y que esta película es una buena idea si desea exprimir el limón: le saca fijo una trilogía y series de TV conexas. Y eso esta bien, que haga negocio y gane dinero está bien, siempre y cuando el producto que nos vende sea algo que valga la pena comprar, consumir. Si es basura que deberías ver porque yo digo que veas, que la vea tu abuela. Así que ármense de mucha cancha (off-topic: ¿qué tienen los de los complejos de los cines? ¡la cancha es un robo a mano armada con alevosía y ventaja!) y vayan por una buena dosis de niñez para aclarar el alma, que siempre es indispensable para poder levantarse en las mañanas y verse en el espejo.
Un mundo lejano en donde la vida inteligente es robótica, mecánica. Un mundo con tecnología que casi parece magia. Y sin embargo un mundo como cualquier otro donde la vida inteligente apareció. Hay «gente» buena y «gente» mala. Hay un gobierno, una elite, poder, corrupción y crimen. Injusticia y dolor. En este mundo un puñado de robots que son «nadie», viven la vida del pobre, con aspiraciones de algún día tener una vida decente. Aspiraciones que son eso… aspiraciones. Dos de estos robots obreros son el siempre entusiasta Orion Pax, y el otro, D-16, mucho más serio y cauteloso. Son muy distintos en actitud pero en cierta manera su amistad los define. Ambos quieren salir de las minas, explorar el mundo, tener una vida de la cual estar orgullosos, tienen motivaciones válidas, sólo que su posición social se los impide, por lo que la audacia y curiosidad no tardará en meterlos en la aventura de sus vidas. A ellos se unirá B-127 («Bee» para los amigos) y Elita, componente femenino del grupo y su verdadera líder al ser más fuerte y hábil, hasta que dentro de mucho tiempo Orion Pax decida porque camino continuar la aventura que quería tener en su vida. Estos cuatro amigos por necesidad van a demostrar que nadie tiene un destino fijo… incluso si les dicen que tienen un destino pre establecido. Y que si estas en el momento correcto y las circunstancias correctas, entonces lo que te toca es ser un héroe. Y si eso es lo que te toca es que tienes el potencial para serlo.
[…] y pienso seguir viéndola a menos que se desinfle como lamentablemente me pasó con el anime de la taruka…