La primera cosa que me pregunté fue ¿qué demonios es un “cagaster”…? luego de chismorrear un poco por allí y por allá me parece que la respuesta es: “nada”. O al menos nada fuera de la propia historia en la que la palabreja aparece. En suma que es otra palabra inventada para ser sonora y que cuando, por ejemplo, pasa por otros idiomas da la casualidad que suena como no debería, o trae a colación ideas que no debería y por eso “Cagaster of an Insect Cage” en Netflix Latinoamérica es conocida simplemente como Insect Cage (y no, la trama en ningún momento explica que es o que significa). Mushikago no Kagasuteru es un manga de Kachou Hashimoto, creado en 2005, el cual se convertía recién a inicios de 2020 en otro de los proyectos de Netflix que exploran nichos de mercados en los cuales ellos puedan desarrollar cosas completamente suyas. Como el anime. Nuevamente tenemos aquí a Netflix haciendo pruebas con animación digital, en busca de historias que puedan trabajar rápido y les redunde rápidamente también en beneficios. Tomadas quien sabe con que criterios, o a veces simplemente con el criterio de que parezca buena y funcione bien… porque parece buena. En ese sentido, y si nos acostumbramos un poco a esa animación digital que por momentos se ve tan artificial e incluso patosa, la historia… digamos que más o menos a mitad de la serie ya se pone interesante y todo, pero al principio cuesta conectarse con ella y seguirla. Es decir, es de esas series en las que parece que del primer episodio no pasamos… y si no pasamos puede que nos perdamos de algo bueno que había más adelante… pero para que haces unos primeros episodios tan poco interesantes. Caray.
A finales del siglo XXI una extraña enfermedad, bautizada como “cagaster”, arrasa con la humanidad. Una vez contraída, la persona infestada se convierte en un ser con características de insecto, que se alimenta de humanos. Dos tercios de la humanidad resultan infectados y en unos pocos años la sociedad colapsa completamente. En los tiempos actuales, solo quedan grandes ciudades muy reforzadas y centros pequeños de producción de alimentos, mientras todo el resto del territorio es dominado por los insectos gigantes desde sus colmenas, y la tierra es básicamente inhóspita y desierta. Las cosas han cambiado tanto y la enfermedad es tan peligrosa que las leyes para el control de los enfermos es drástica. El infectado con cagaster debe ser asesinado, apenas se confirme que le han brotado alas, lo cual ocurre más o menos a los ochos minutos de que la enfermedad se manifiesta. En esas condiciones ya no se le considera “humano” por lo cual matarlo no es asesinato y las fuerzas militares pagan un precio por la cabeza de los recién infectados confirmados. Y aquellos quienes protejan o encubren un brote cagaster, también son ejecutados sumariamente por las fuerzas del orden bajo la sospecha de estar probablemente infectados y ser traidores a la humanidad. Y si una zona de una ciudad es asolada por un brote, esa zona debe ser destruida de inmediato, de preferencia con todos los que la habitaban dentro. Sanos o contagiados. En ese mundo creció Kidow, un mercenario cazador de cagasters, especializado en las técnicas de combate necesarias para matar a un bicho (uno de los pocos puntos débiles de un cagaster es el pliegue de su cuello, por ejemplo) quien en medio de uno de sus trabajos termina rescatando a una extraña jovencita llamada Illie, quien ha perdido parte de su memoria y solo recuerda que ella y su padre buscaban a su madre Tania, cuando fueron atacados por los insectos. Pero tras la apariencia de inocente de Illie y su brumoso pasado, parecen estar ocultos los secretos que podrían salvar a la humanidad de los cagaster o darle el toque final a su destrucción total.
Uhm.... es que Pedro Páramo, al margen del resultado del live action o de la obra, es literatura latinoamericana que…