Con una película de taquilla aceptable y más que funcional, Steven Spielberg volvió a la dirección cinematográfica con la adaptación de este libro, de título homónimo. Muy entretenida, llena de “huevos de pascua” que a veces están solo un segundo en pantalla, la película termina y uno se pregunta ¿de donde salió esa locura de historia? ¿Es así como nos la contaron? Pues resulta que si… y que no. Pues la primera gran sorpresa que recibí tras ver la película fue descubrir que era un libro. Y la segunda fue toparme con el libro en una feria de libros, y comprarlo sin pensarlo. Una gran decisión. Impulsiva, pero grande. Ready Player One es una novela de ciencia ficción escrita por el autor estadounidense Ernest Cline y cuya edición original en inglés fue publicada en 2011 y es, por mucho, un libro que cada friki, geek, otaku, “marciano” en el mundo debería leer. Y enfrentarse a él en un completo mano a mano de conocimiento de cultura pop. Yo, por ejemplo, me considero bastante friki (con todo lo que eso significa) pero este libro del mal ha conseguido tumbarme al piso en más de una ocasión en mi cancha (ciencia ficción y anime) y pegarme todas las revolcadas del mundo en música. Y aun así lo he devorado con avidez y deseando al pasar cada página que no se acabe nunca. Porque eso es lo que le hace un buen libro a su lector: desear que el mundo al que te ha traído no se acabe nunca. Osea lo mismo que el mítico sistema operativo de inmersión total en que se basa la historia, OASIS, hace con sus protagonistas. Diremos rápidamente de que va: un programador genial consigue crear un sistema operativo de inmersión total en el cual se termina basando todo. Mientras tanto, la realidad del mundo es otra: la escasez de recursos ha llevado a la humanidad al inicio de su decadencia final. Halliday, el programador, fallece pero antes de ello deja un reto a todos los usuarios de OASIS: ocultas en su casi infinito mundo virtual hay tres llaves y quien las encuentre recibirá el control total de OASIS y de su enorme fortuna para hacer lo que quiera. Y así la “cacería” comienza.
Dicho esto volvamos al libro y su estructura, pero en especial a sus diferencias. Siendo que el libro se publicó en 2011, y ya tenía los derechos para ser convertido en película incluso antes de su publicación, y que la película se estrenó en 2018, mucho se ha cambiado entre uno y el otro en relación a como se consiguen las cosas. Es decir, todo es igual pero pasa diferente. Y esto es principalmente por una de las premisas del libro: Halliday creció y pasó sus mejores años de juventud en los ochentas, por lo cual es su década favorita y para la “cacería” de su “huevo de pascua” en OASIS es crucial conocer mucho de esa época. Y cuando decimos mucho, es MUCHO. Cada frase de este libro, cada saludo casual, reflexión suelta, es una potencial referencia a alguna película, serie de TV, videojuego, canción de principalmente esa década. Lógicamente la película tuvo que adaptarse a nuestros tiempos y agregarle muchas referencias modernas. Lo cual no estuvo mal, especialmente porque convierte al libro en una experiencia diferente, una especie de “versión 2.0” (como si en mi caso lo leíste después de ver la película). Y como no me cansaré de decir a partir de ahora relacionado a este libro: es algo que tienes que leer si o si. Y entre más referencias consigues pescar, más adictivo se va a volver. Y lo que es mejor, existe una secuela que lógicamente se tenía que llamar Ready Player Two la cual ya está en preparación para ser convertida en una secuela, la cual literalmente comienza al poco de donde termina la primera y termina de redondear este universo virtual. Esperaré con ansias el poder ver esta película. Y ahora, solo para divertirnos, una colección de los pósters de la película homenajeando películas clásicas ochentosas (a ver si adivinan cuales son todas estas).
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