¿Debe el anime usar solo música japonesa o esta bien que músicos extranjeros participen, en los openings y endings?: una mirada amplia

Primero, hagamos un poco de contexto: en el anime se volvió usual con el tiempo, digamos que llegando a los noventas que las canciones de los opening y ending de las series y las OVAs las cantaran músicos famosos. En un primer momento cantaban canciones escritas para la serie, luego canciones de su repertorio, hasta que se volvió lo habitual que los opening y ending sean una suerte de videoclip de la canción del artista famoso. Que así ya tenía dos videoclips de un tema: el del anime y el suyo propio, ya que se usaban canciones que estaban de moda. La razón es muy sencilla: generar sinergia entre cantante y anime, y así ambos lados salían beneficiados. El anime tenía a un cantante, o banda, famosa con un tema de moda que atraía a un sector consumidor nuevo a la escena; y el cantante famoso conseguía que cada vez que se estrenara un episodio su canción estuviera ahí, consiguiendo también entrar en un mercado nuevo. Una situación win-win; como por ejemplo vimos pasar aquí, en los noventas también con las novelas venezolanas que solían comenzar con una baladita de Ricardo Montaner, Carlos Mata o Guillermo Dávila, por ejemplo. Veías la novela y sabías que cantante era; escuchabas la canción en la radio y sabías en que novela salía. Ahora bien, entrando en tema, el debate (que hace poco anduvo caliente en las redes sociales) sobre el uso de música no japonesa y cantantes extranjeros en el anime japonés refleja una tensión interesante entre la preservación de la identidad cultural y la globalización de la industria del anime. Del recientemente fallecido Nobuo Yamada, tenemos la que probablemente es la canción más representativa de una banda de pop, Make-Up, cantando una canción compuesta para un anime.

Históricamente, el anime japonés ha dependido en gran medida de artistas locales, especialmente en el género del j-pop y las «anisons» (canciones de anime), para sus openings, endings y bandas sonoras. Grupos como YOASOBI, Kenshi Yonezu o Linked Horizon, y compositores como Yuki Kajiura, han definido el sonido característico del anime, con un estilo que mezcla elementos tradicionales japoneses y modernos occidentales. Sin embargo, en los últimos años, se observa una apertura hacia colaboraciones internacionales, como el caso del DJ alemán Zedd componiendo para Dragon Ball Daima con temas como “Jaka☆Ja~n” y “NAKAMA”, o artistas extranjeros que se inspiran en la estética del anime para sus propios proyectos. Esto es porque en este momento el anime ya no es un producto exclusivamente japonés, ni lo volverá a ser; su alcance global, impulsado por plataformas como Netflix, Crunchyroll y Spotify, ha llevado a los estudios a buscar un sonido más universal que conecte con audiencias internacionales. La música no japonesa, especialmente en géneros como el pop, EDM o hip-hop, puede atraer a un público más amplio y diverso. Incorporar artistas extranjeros permite experimentar con nuevos estilos y enfoques. Por ejemplo, el uso de lo-fi hip-hop en Samurai Champloo por Nujabes, aunque japonés, ya mostraba influencias occidentales, y fue un éxito global. Artistas extranjeros pueden aportar perspectivas frescas, como Zedd con su estilo electrónico en Dragon Ball Daima. Y calro todo recordamos la preciosa banda sonora de Cowboy Bebop, que si bien la toca una banda fundada ex profeso para el anime, n tiene sonidos japoneses «típicos» del anime y se decanta por una maravillosa mezcla que va por el lado del jazz y navega a sonidos tribales e incluso tribales. En la otra mano tenemos el OST de Rurouni Kenshin, que resulta ser una cuidadosamente selecta muestra de lo mejor del j-pop de su época, lo cual incrementó tremendamente la popularidad del anime en Japón, y al cruzar el charco, hizo que el j-pop sea visto, casi por primera vez, como «música de verdad» y no solo sonsonetes que acompañaban un dibujito animado.

Sin embargo, no todo es color de rosa, en este particular momento. Se habla por ejemplo de una pérdida de identidad cultural, y pocas sociedades en el planeta son tan apegadas a sus tradiciones e identidad como la japonesa. Críticos como Takuya Chigira, CEO de Cloud Nine, han expresado preocupación por la dependencia del anime para la proyección de la música japonesa, argumentando que el j-pop podría quedar encasillado como “música de anime” en lugar de un género autónomo. El uso de música no japonesa podría diluir aún más la identidad del j-pop y el anime como productos culturales nipones. También se encuentra algo que ha sido llamado «riesgo de nicho», el cual explica que el anime, aunque popular, sigue siendo un medio de nicho comparado con la música pop global. Osea que el mercado al que se refiere el pop a nivel mundial es mucho más grande que el que consigue el anime al mismo nivel. Más gente escucha música que la que ve anime. Depender de artistas extranjeros podría limitar el alcance del j-pop a audiencias que ya consumen anime, en lugar de competir con géneros como el k-pop, que tiene una estrategia de exportación más robusta. En otras palabras, «el mundo» podría terminar admirando lo buena música que hay en el j-pop, pero esto quedaría relegado al fandom del anime, es decir que ese mundo serían las comunidades de fandom en cada país y nadie más. Es fácil dar una mirada alrededor y ver que mientras el k-pop, el pop koreano, ya se codea con músicos de todo calibre y consigue clavar éxito tras éxito en los charts mundiales, el j-pop nunca ha despegado de esa manera. Puede, por ejemplo llenar un recinto para un concierto, pero los asistentes casi podríamos decir que serán un 90% de fans del anime. Más específicamente de la canción de anime que interpreta ese cantante; que conocieron así a ese cantante. Adicionalmente se habla, nuevamente en la línea de la identidad cultural, que usar cantantes extranjeros en el anime lo que consigue es desplazar los talentos locales que muchas veces saltarán al éxito en japón, con una canción más o menos conocida que se convierte en un hit por ser el opening del anime de la temporada. Osea, tradicionalmente el anime ha sido una plataforma para artistas japoneses emergentes. Si los estudios priorizan a cantantes extranjeros, podrían reducirse las oportunidades para talentos locales, lo que preocupa a quienes ven el anime como un vehículo para promover la música japonesa. La mayoría de la crítica especializada, considera a esta canción de BTS como la canción de k-pop más famosa a nivel mundial, y a BTS idem.

El debate refleja un momento de transición en la industria del anime y la música japonesa. La inclusión de artistas no japoneses no necesariamente implica una traición a la tradición, sino una evolución natural en un mundo globalizado. El anime siempre ha sido un medio que absorbe influencias externas, desde la incorporación de jazz y blues en el ryūkōka de los años 30 hasta el city pop de los 80, influenciado por el rock y pop occidental. Sin embargo, es crucial mantener un equilibrio para que el j-pop y las anisons no pierdan su esencia distintiva, que es parte de lo que hace único al anime. La estrategia de usar artistas extranjeros puede ser una herramienta poderosa para expandir el alcance del anime, pero no debería reemplazar el apoyo a los músicos japoneses. Ejemplos como Ado, que está posicionada para competir globalmente con su gira de 2025, muestran que el j-pop tiene potencial para brillar por sí mismo sin depender exclusivamente del anime, que al final debería ser solo un medio de dar el salto, no el salto en si, hacia la fama del artista. Los estudios podrían explorar colaboraciones híbridas, como las de YOASOBI con productores internacionales, para fusionar lo mejor de ambos mundos. Como dijimos, el uso de música no japonesa en el anime es solo un reflejo de la globalización y una oportunidad para innovar, porque hay que admitir que hasta los propios consumidores de anime japoneses se pueden saturar del tema, dado que están sometidos a la globalización en otros muchos aspectos, pero también plantea riesgos para la identidad cultural del j-pop y el anime. La clave está en encontrar un equilibrio que permita a la industria japonesa aprovechar el alcance global sin sacrificar su esencia. Este debate no es nuevo; recuerda la “controversia del lenguaje en el rock japonés” de los 70, cuando se discutía si el rock debía cantarse en japonés o inglés. La solución entonces fue una fusión creativa, y lo mismo podría lograrse ahora con un enfoque que integre lo global y lo local de manera armoniosa. Lo cierto es que es un fenómeno que está ocurriendo en este momento y no sabemos si será una situación pasajera o permanente, como pasajeros fueron los guiños al anime que algunos videos de pop estadounidense tuvieron en su momento. Desde el duo francés Daft Punk y su tributo a Leiji Matsumoto y su canción «One More Time» hasta el videoclip de «Scream» de Michael Jackson y Janet Jackson, lanzado en 1995, en el que hay escenas sueltas de anime, de menos de un segundo en los televisores que aparecen en el videoclip.

Y ahora dos ejemplos de la reciente serie Kaiju #8, que es con la que precisamente comenzó a calentarse este debate en las redes, en este caso veremos los openings de las dos temporadas que por el momento tiene esta popular serie de TV:

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