
Una distopía es una representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana. O si lo quieren más fácil, un mal futuro en el que las cosas aun siguen pese a lo malo que haya pasado. Si, muchas de las cosas que hemos visto son distopías más que «futuros alternos» o «futuros probables». Basado en el manga de Izumi Takemoto, estamos ante una nueva historia distópica que cuenta una vieja historia. Vieja aunque aun no ha ocurrido nunca en realidad: la extinción de la humanidad. La huida del planeta. Una Tierra sin humanos, como se titulaba una vieja serie documental que trataba precisamente de lo que trata esa historia: de lo que pasa en la Tierra luego de que la humanidad se marcha. dejando todo atrás a su suerte y destino. Pudimos ver un esbozo de esto durante la pandemia y sus cuarentenas; como la naturaleza recuperó rápidamente su espacio original en aquellas zonas en que la civilización empujaba a la naturaleza del territorio para ganar espacio para los humanos. Pues bien, eso es lo que ha pasado (de nuevo) en el planeta. Y vamos a presenciar los resultados de esto de una manera particular, muy particular, que me ha dejado un poco abierto y sin saber si reírme, llorar o preocuparme en serio. Lo cierto es que que mis huesos me dicen que esta serie que acaba de empezar tiene potencial, mucho potencial, y espero no estar equivocándome.
Estamos en Ginza, una zona «pituca» de Tokio. En ella está el Hotel Gingarou. Un hotel con todas las estrellas posibles y de los más altos estándares. Y que esta operado integramente por robots y androides. Una joya de lujo y confort solo para los más exigentes y pudientes. Lejos de allí, en México, un nuevo virus es descubierto porque empieza a arrasar con las colonias de simios de la zona. Y como era de esperarse, ocurre lo peor, siendo nosotros casi un 98% genéticamente parecidos a los monos, también somos víctimas del virus, que al ser aeróbico, solo basta con respirarlo para infectarse de él. Y eso no es lo más peligroso, sino que las plantas, en especial los helechos, son capaces de respirar el virus, procesarlo y lanzar más cantidad al aire, contaminándolo todo. Una vez que se declara la alerta mundial sanitaria, la sociedad colapsa. No hay cura ni tiempo para curarla, respirar aire en al superficie de la Tierra se vuelve inviable y la humanidad intenta sobrevivir en profundos albergues submarinos o tratando de llegar al espacio. La polución por el virus Infortunium es cada vez más alta por lo que se declara una amenaza de extinción de la humanidad, la cual finalmente abandona el planeta. Y todo humano que queda en el planeta simplemente muere. 99 años después Yachiyo, una robot androide de gestión hotelera del Hotel Gingarou, sigue administrándolo junto a un puñado de robots que aun funcionan, a pesar de la ausencia de huéspedes, reservas y visitas al sitio web. O de cualquier tipo de humano. Juntos, continúan manteniendo el hotel mientras esperan el regreso de sus dueños y visitantes con lo que un robot tenga en su programación que pueda ser llamado fe y esperanza. Hasta que un bien día, un «huésped» entra por la puerta principal del hotel… aunque no es exactamente lo que Yachiyo quisiera, su deber es recibirlo como a cualquier otro.

[…] pasado. Así que los que somos fans de ambos seres, y que ya habíamos disfrutado a rabiar con Alien:…