Battlestar Galactica (serie de TV, 2003): el largo periplo en busca de un nuevo hogar

Esto del matrimonio tiene sus cosas. por ejemplo encontrar algo que podamos ver la señora Souma y yo, y que nos guste por completo a ambos es medio complicado, pero con Battlestar Galactica si que le hemos achuntado. Estuvimos dando vueltas en el Netflix buscando algo de ciencia ficción y probamos con Farscape, Stargate SG-1 y la tercera fue la vencida. Ya me la habían recomendado antes (de hecho las tres me las habían recomendado) pero no me animaba a verlas. Las noches frías de invierno nos llevaron a ella y ahora ambos somos fans de tan tremenda serie. Y es que no exagero si les digo que aquí siempre está pasando algo y la trama no se cansa de avanzar y avanzar. Eso me gusta. No es como esas series en que una vez que se instala un secreto, una subtrama, se pasan los siguientes diez episodios dándole al temita pero sin llegar a nada. Aquí aparece algo nuevo y entre más rápido mejor. Eso hace que el interés se mantenga permanentemente y los elementos de la trama se mantengan frescos. Otro buen detalle de la serie, que en realidad es un remake de una serie mucho más vieja, es el aire a antiguo que han sabido preservar en ella basándose en un principio muy simple de la trama: si la Galactica fue creada como una nave impenetrable a la alta tecnología cylon, lo ideal y lógico es que su tecnología sea una con cierta antigüedad para que no sea hackeable. Así tenemos una nave desconectada de las redes, que usa telefonía analógica para comunicarse dentro de ellas y computación muy básica. Casi arcaica. Analógica más que digital. Y sus Vipers, sus cazas de combate, son realmente hermosos precisamente por la pinta de vejestorios que tienen. Y por último cuenta con una colección de personajes compleja y divertida, llena de personalidades distintas. Eso creo que hace de Galactica una serie tan buena: no solo es un show de navecitas espaciales luchando contra unos robots malosos. No. Además de eso hay muchos conflictos personales entre sus personajes, mucha trama, muchos problemas para abordar y una dosis amable y bien distribuida de dilemas morales. Más unas gotas de humor y por supuesto chicas y chicos bonitos para todos los gustos. Osea que la serie roza la perfección y lo digo con mucha ecuanimidad (en realidad no tanta).

Los cylon, robots especializados con inteligencia artificial, fueron creados por los humanos pero eventualmente se revelaron contra sus creadores. Luego de una cruenta guerra se llegó a un armisticio y los cylons partieron lejos de la humanidad en busca de un hogar al que llamar propio, un planeta para ellos. Luego de eso desaparecen por cuarenta años. De las viejas naves diseñadas para enfrentarse a la tecnología cylon solo la Galactica esta completamente operativa y es considerada casi una nave museo antes que un crucero espacial de combate real. Pero el día que la Galactica iba a a ser convertida realmente en un museo, los cylons regresan y atacan con ferocidad a los planetas de la humanidad arrasándolos por completo. Algo ha pasado: los cylons han logrado evolucionar hasta crear un modelo que es casi idéntico a un humano real y con ellos consiguieron vulnerar la seguridad de los planetas. Ahora la Galactica acompañada por 60 naves de todo tipo y poco menos de 50,000 personas distribuidas en ellas se ha convertido en la protectora de una flota que podría ser lo único que queda de la humanidad, y sin saber que podrían haber cylons de apariencia humana entre ellos. Y tras ellos están los cylons para destruirlos y terminar con su plan de extinción de la humanidad y reemplazarnos. Mientras que la Galactica y su flota, que no pueden regresar a los mundos conquistados ponen rumbo en busca del mítico planeta natal de la especie, la Tierra, el cual es considerado una leyenda y del que nadie conoce su posición. Pero es necesaria la esperanza de un objetivo si se quiere sobrevivir.

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