“El pacto del gato y el diablo” (cuento), vuelven los saGATO CATurday literarios

De origen y autor desconocido, parte de las tradiciones orales de las sociedades, que se transmiten de generación en generación y sirven para “explicar lo inexplicable” o impartir lecciones, tenemos ahora una bonita historia, un cuento infantil, que seguro lleva décadas dando vueltas por ahí y ahora, en esta sociedad digitalizada, ha llegado a las redes sociales y el internet, por lo que seguro se preservará por muchos años más. Yo por ejemplo lo he pescado del muro de una amiga mexicana, quien a su vez parece haberlo reposteado desde un fanpage que sigue. Y así, lo que alguna vez fue oral ahora es digital… y esto es bueno, porque estas pequeñas piezas literarias tienen la oportunidad de sobrevivir. Vamos con la historia:

«Había una vez una mujer que vivía sola con su bebé y su gato, en una casita en medio del bosque. Un día, ella tenía que salir, pero estaba muy preocupada porque no quería dejar a su bebé solo, pero tampoco podía llevárselo a donde iba. Así que miró a su mascota y le dijo:

-Gatito mío, por favor, cuídame a mi bebé, no tardaré en regresar- y así salió de su casa.

Al rato de irse la mujer, se apareció el diablo en la casa y el gato, al verlo, saltó frente a la cuna del niño sin intimidarse, porque es bien sabido que los gatos son los únicos animales que no le temen a este ser tan maligno.

-¿Qué es lo que quieres?- le preguntó
-¡Vengo a llevarme a ese bebé!
-Pues no puedes, porque lo estoy cuidando yo-
dijo el gato justo antes de lamerse una patita.
-Insolente animal, ¡tú no puedes hacer nada para evitarlo!
-Muy bien-
dijo el gato, astutamente-, te propongo algo: si adivinas cuál es el número exacto de pelos que tengo en todo mi cuerpo, podrás llevarte al bebé. Pero si fallas te irás y nunca más volverás a aparecer por aquí. Te daré tres oportunidades para adivinar. ¿Hay trato?

El diablo, que nunca ha podido resistirse a los desafíos, aceptó, pensando que sería fácil. Y con mucha paciencia, comenzó a contarle los pelos al gato.

-Uno… dos… tres…- entonces un pájaro cantó en la ventana, distrayéndole y haciéndolo perder la cuenta.
-Llevas una oportunidad- dijo el minino.

Enojado, el diablo empezó a contar de nuevo.

-Cien… doscientos… trescientos…-

En ese momento, el viento entró por la ventana y agitó los pelos del gato, haciendo que el maligno perdiese la cuenta una vez más.

-Ya llevas dos oportunidades-, le recordó el gato.

Nervioso, el diablo se puso a contar de nuevo, prometiéndose que ya nada lo iba a distraer.

-Un millón… dos millones… tres millones…

Entonces el gato movió suavemente la cola rozándole la nariz, y el diablo estornudó fuertemente, haciendo que se le soltaran pelos al gato.

-Perdiste tu última oportunidad. Ahora vete de esta casa y no vuelvas jamás.

El diablo se sintió tan furioso por haber perdido, que allí mismo formó un berrinche de proporciones épicas… pero no pudo tocar al bebé, porque un trato con el diablo siempre se cumple por ambas partes. Eso sí, se marchó de vuelta al infierno jurándole al gato que algún día adivinaría cuántos pelos tenía y cuando eso ocurriera, su venganza sería terrible.

Cuando la mujer regresó a su casa, al no saber nada de lo sucedido, besó y abrazó a su pequeño, y agradeció con unas caricias detrás de las orejas al minino, por ser tan buen niñero. Y es por eso que los gatos hasta hoy en día, sueltan pelo todo el tiempo. Porque de esa manera, el diablo nunca cumplirá su venganza al no saber cuántos pelos tienen en realidad.»

(Autor desconocido).

PD.- Querido “Michingos” (R.I.P.): estoy seguro que allí donde te has ido vas a estar mejor que aquí, lejos de toda esa gente vil que se golpea el pecho en las iglesias pero no tiene compasión ni alma para comprender que un gato solo es un gato. Nos volveremos a ver, te lo prometo, así que espérame. Tu también “Ronco” (R.I.P.) y espero que «Isidoro» también esté con ustedes.

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