Jouhatsu: dejar de existir sin dejar de existir

Japón visto desde media distancia nos da la impresión de ser una super sociedad en la que todo está bien y todos sus ciudadanos son felices y tienen de todo. Nada más alejado de la realidad. japón, como todas las sociedades humanas está lleno de las mismas taras y problemas, pero con el agregado de algunas cosas realmente…. preocupantes… yo siempre digo que el Ministerio de salud de Japón debe ser el peor lugar para trabajar por las rarezas que presenta su sociedad. Hoy vamos a hablar de una en particular que, como siempre prometo será el pie de más artículos del tema. Hoy no hablaremos de los hikikomori, personas encerradas en sus casas sin mayor objetivo que «estar ahí» vergüenzas de sus familias que los siguen cuidando en su encierro. Tampoco de los chūnibyō, adolescentes que atraviesan una etapa en la que creen firmemente que son super heroes reencarnados, espíritus milenarios y cosas de esa lado, ni tampoco vamos a tocar a los otakus (y ahí hay bastante pan que rebanar) personas consumidas por sus aficiones a nivel de desconectarlos de la realidad. No. Hoy hablamos del jouhatsu que en japonés significa «evaporación». En el contexto social japonés, se refiere a personas que desaparecen deliberadamente de sus vidas, rompiendo lazos con el pasado y la familia, como si se hubieran «evaporado». Este fenómeno se intensificó en las décadas de 1960 y 1990, especialmente durante períodos de crisis económica o social. La idea, que tiene mucho de huir, es desaparecer de una vida que ya no controlan y reiniciar lejos de casa y en sitios apartados en un intento de comenzar de nuevo. Es una acción voluntaria y muchas veces meditada largamente, una especie de suicidio sin morir. Comenzar de nuevo en el anonimato auto impuesto y ara estas personas, liberador. No se trata de crímenes ni accidentes. Son hombres y mujeres que, por distintas razones como deudas, acoso, rupturas familiares o sentimentales, presiones laborales o situaciones personales complejas optan por desaparecer sin decir una sola palabra. Un día están y se comportan normal y al día no hay ni rastro de ellos. Muchos cambian de nombre o literalmente se van a vivir al otro lado del país, donde nadie los conoce. Incluso existen empresas especializadas llamadas yonige-ya, que por una tarifa ayudan a estas personas a dejar atrás su vida anterior sin dejar rastro. Sin marcas, sin huellas, sin teléfonos, sin nada pendiente que los lleve a pensar en volver. Según datos de la Agencia Nacional de Policía de Japón, en 2024 se reportaron 84435 personas desaparecidas de esta manera. De ese total, alrededor del 80% fue localizada en menos de una semana, y más del 90% durante el primer mes y esto principalmente porque no estamos hablando e «mentes criminales» y «señores del mal», sino de personas como oficinistas d mediana edad que planean su evaporación de tal manera que dejan todo tipo de rastros tras ellos. Aun así, miles de casos siguen sin resolverse cada año. Y se entre mezclan con casos de personas que si fueron desaparecidas en acciones criminales. Aunque no se trata de un fenómeno masivo, el jouhatsu representa una realidad compleja y poco visible: personas que, por razones profundamente personales, optan por cortar todo vínculo y empezar desde cero, fuera del radar de la sociedad.

Ahora revisemos un poco este fenómeno de manera sistemática, empezando por sus causas principales:

Deudas y crisis económicas:
La presión financiera, como la pérdida de empleo o deudas abrumadoras, puede llevar a la gente a desaparecer. En Japón no hay prisión por deudas pero la presión que puede ejercer el estar endeudado es tremenda. Prácticamente mueres en vida sin poder acceder a nada ni que te contraten en nada.

Problemas familiares y personales:
El abuso doméstico, el acoso, o la dificultad para manejar situaciones familiares conflictivas pueden ser motivos de desaparición. La depresión, adicciones, o el deseo de empezar una nueva vida también pueden motivar la decisión de desaparecer. Esto hace que cosas como ser un otaku o un hikikomori pueden llevar a la evaporación. O no conseguir una pareja o sentir como tu familia te presiona para que te cases.

Presión social:
El estigma social, como el fracaso académico o profesional, puede llevar a la persona a buscar una forma de escapar, lo cual como acabamos de ver comienza con un aislamiento social auto impuesto. Una forma de huir de la realidad es no participar en ella, para estas personas. Entonces estas encerrado en una habitación de tu familia, en buzo, sin preocuparte tu apariencia o cuidado personal, comiendo lo que te dan y jugando videojuegos, leyendo o viendo tele. Hasta qwue un día una vocecita dentro de ti te dice que es momento de hacer algo y ese algo es desaparecer.

Aislamiento social:
Algunas personas pueden desear desaparecer para vivir aisladas y sin vínculos. es decir sus vidas no eran necesariamente malas, solo tienen un deseo intenso de vivir a solas, sin relaciones, sin compromisos.

Ahora bien, una vez una persona desaparece son muchos los problemas para los que se quedan. Como decíamos hay empresas especializadas en realizar una desaparición limpia de alguien para que la policía no los encuentre rápidamente, pero siendo el dinero una de las principales causas para desaparecer, contratar a estas empresas la mayoría de las veces está fuera del alcance de los desaparecidos. Los «Night movers» existen si, para facilitar su desaparición, pero si puedes pagar una de estas quizá no te es tan necesario desaparecer. Por otro lado, las familias que sufren uno de estos casos reaccionan tardíamente a ellos y se reconocen como parte de las razones por lo que ocurrió. Desaparecer es romper con todo. Implica romper con la familia, amigos, trabajo, y a veces hasta cambiar de identidad. Y dejar atrás todo lo que hacia tu vida interesante hasta entonces. No eres un otaku que quiere desaparecer y llevarse su enorme colección de mangas consigo. Todo eso se queda, tu te vas con lo mínimo. Como mínimos son los planes que tienes de lo que va a ocurrir a continuación, que en la mayoría de los casos resulta en una vida que es más dura que la que tenías, pero claro dura pero sin ataduras. Obviamente este evento termina dejando a las familias con incertidumbre, dolor y preguntas sin respuesta. Y muchas veces con rencor y «alegría» cuando se consideraba al desaparecido una molestia o un estorbo. Y por último hay un ángulo legal: desaparecer en si mismo no es un delito, pero tiene consecuencias legales como resultado de realizarla. Si tenías deudas estas no desaparecen contigo; las responsabilidades familiares tampoco lo hacen; las laborales, etc. El mundo que dejas atrás no queda bien, lo que muchas veces facilita lidiar con la idea de no volver nunca jamás.

Etiquetado , , , .Enlace para bookmark : Enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *