Marvel Zombies (Serie de TV, 2025): Kamala Khan vs. Zombis: porque nada grita «épico» como una protagonista forzada

La serie Marvel Zombies, que debutó en Disney+ el 24 de septiembre de 2025, representa un ambicioso intento de Marvel Studios por expandir su universo animado más allá de las limitaciones del live-action, pero lamentablemente no logra capturar del todo el caos visceral que definió la saga en los cómics. Producida por un equipo de peso pesado que incluye a Kevin Feige como productor ejecutivo, junto a Brad Winderbaum, Zeb Wells y el showrunner Bryan Andrews —quien también dirige los episodios—, esta miniserie consta de apenas cuatro capítulos de unos 30 minutos cada uno, lo que la convierte en la entrega más corta del catálogo Disney+ del MCU hasta la fecha. Andrews, conocido por su trabajo en What If…?, prometía una fusión explosiva de horror y superhéroes, pero el resultado se siente como un spin-off apresurado del episodio 5 de la primera temporada de What If…? («What If… Zombies?!»), ambientado cinco años después de esa plaga inicial en 2018, justo tras los eventos de Avengers: Infinity War. En términos de mitología, Marvel Zombies se incorpora al multiverso del MCU como una rama canónica de la línea temporal zombi introducida en What If…?, confirmando su estatus oficial en el canon expandido, aunque no altera la Tierra-616 principal. Esto contrasta con los cómics originales, una metaserie de horror superheroico lanzada en 2005 por Robert Kirkman y Sean Phillips, que se desarrolla en la Tierra-2149: un universo paralelo donde un virus cósmico traído por el Silver Surfer infecta a los Vengadores, transformándolos en caníbales superpoderosos que devoran al mundo en cuestión de días, expandiéndose luego a invasiones multiversales con secuelas como Marvel Zombies 2 y crossovers gore que incluyen zombis de Galactus o Black Panther comiéndose a sus aliados. Aquellos cómics, no canónicos en la continuidad principal de Marvel (Earth-616) pero con guiños en eventos como Secret Wars, brillaban por su sátira brutal al tropo zombi, cuestionando la heroísmo en un apocalipsis donde hasta los dioses caen en la glotonería. Un dato curioso: en los cómics, el zombi Magneto sobrevive como el último bastión moral, un giro que humanizaba el horror, algo que la serie TV ignora por completo. Ahora, valorando los cuatro episodios vistos —todos lanzados de golpe, como es tradición en Disney+—, el ritmo es frenético y cinematográfico, con secuencias de acción que recuerdan a un Resident Evil animado, pero peca de predecible: cada capítulo culmina en un sacrificio heroico que se siente repetitivo, diluyendo la tensión en favor de fanservice. La ambientación es uno de sus puntos altos, con un San Francisco postapocalíptico envuelto en niebla eterna y hordas de zombis-Vengadores que lucen espectaculares en 2D fluido, gracias al estilo de Andrews influido por el anime y el cel-shading. Sin embargo, la adaptación decepciona al suavizar el gore de los cómics —nada de entrañas devoradas en primer plano, optando por un PG-13 que roza lo familiar—, y la recepción general ha sido mixta: elogios por las voces estelares (Iman Vellani como Kamala, Hailee Steinfeld como Kate) y críticas por una narrativa que prioriza cameos sobre profundidad, con un Rotten Tomatoes del 72% que refleja entusiasmo tibio entre fans del MCU pero decepción entre puristas de los cómics. El final abierto, con una cura parcial que salva a unos pocos pero deja al mundo infestado, grita secuela: ¿quién liderará la resistencia ahora? Rumores apuntan a planes para una segunda temporada ya en desarrollo por Marvel Animation, incorporando personajes como Shang-Chi o incluso zombis de Deadpool & Wolverine, pero Andrews ha sido vago, diciendo solo que «hay más historias por contar». Me intriga el potencial, pero tras este arranque irregular, me pregunto si no se diluyó el mordisco original.

En el corazón de Marvel Zombies late un elenco de jóvenes héroes que, en teoría, debería revitalizar el MCU con frescura generacional, pero que termina sintiéndose como un ensemble forzado, lejos de la anarquía devoradora de los cómics. La protagonista indiscutible es Kamala Khan, Ms. Marvel, cuya voz por Iman Vellani infunde una inocencia desesperada que ancla la serie: una adolescente de Jersey City que, en este 2023 apocalíptico, ha evolucionado de fangirl a líder reacia tras perder a su familia en la oleada inicial de zombis. ¿Por qué diablos eligieron a Kamala como la «última vengadora», el faro de esperanza en este infierno? Es una pregunta que me ronda mientras veo cómo su elasticidad powers se estiran en combates creativos contra un Captain America zombi baboso —un guiño visualmente impactante—, pero su arco de «crecimiento forzado» se siente como un intento perezoso de empoderar a la diversidad sin ganárselo, eclipsando a veteranos más icónicos y haciendo que el tono oscile entre empoderador y cringe. Junto a ella, Riri Williams (Ironheart, con Dominique Thorne aportando ingenio robótico) llega a la situación como una genio huérfana que fabrica armaduras improvisadas en sótanos infestados, uniéndose al grupo tras hackear una señal de auxilio de Kamar-Taj; su backstory de pérdida parental en la plaga inicial añade capas emocionales, pero sus diálogos expositivos sobre «reconstruir el futuro» suenan huecos. Kate Bishop (Hailee Steinfeld, aguda como siempre) completa el trío central: la arquera de Hawkeye sobrevive escondida en las sombras de Nueva York, infectada parcialmente pero resistiendo gracias a un antídoto temporal, y su cinismo contrasta con el optimismo de Kamala, creando chispas en escenas de huida donde flechas encantadas perforan cráneos undead. Otros supervivientes clave incluyen a Yelena Belova (Florence Pugh, en un cameo vocal que roba escenas con su sarcasmo ruso), quien se une tras desertar de una resistencia fallida en Europa del Este, y Shang-Chi (Simu Liu), un monje guerrero que porta los anillos eternos como última línea de defensa mística, llegando al equipo después de meditar en ruinas de Ta-Lo contaminadas por la plaga. La situación se precipita cuando, cinco años después de que el virus cósmico —traído inadvertidamente por un Silver Surfer herido— convirtiera a los Vengadores en monstruos (Tony Stark devorando a Pepper, Thor lanzando rayos hambrientos), este quinteto se topa en las afueras de San Francisco, atraídos por un mapa holográfico que promete una cura en Wakanda devastada. Su viaje es un road trip zombi: emboscadas en laboratorios abandonados, alianzas traicioneras con villanos no infectados como Taskmaster, y revelaciones sobre cómo el virus muta, convirtiendo a héroes como Okoye o Valkyrie en aberraciones que sacrifican aliados por un bocado. Me fascina cómo estos personajes, nacidos del MCU live-action, se reinventan en animación —Yelena con viudas negras explosivas contra hordas—, pero el conjunto decepciona al no profundizar en sus traumas colectivos, optando por jumpscares y one-liners en lugar del existencialismo caníbal de los cómics, donde zombis como Spider-Man reflexionaban su decadencia. Esta miniserie, con su final que insinúa una invasión multiversal, podría haber sido el mordisco definitivo al legado zombi de Marvel, pero se queda en un aperitivo insípido, traicionando el hambre insaciable que hizo legendarios los originales. ¿Valió la pena revivirlos así? Me quedo con el antojo insatisfecho.

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