Red Carpet (película, 2014): no solo de porno vive el hombre (aquí y en Corea)

Para variar meto mi nariz en lo que la Señora Souma está viendo (la mayor parte del tiempo es para hacer un comentario sarcástico y salir corriendo mientras algo cruza el espacio aéreo entre ella y yo e intenta darme en la cabeza). Está haciendo frío y ella está viendo una de sus habituales coreanadas en Netflix. Y cuando estaba a punto de salir corriendo para que no me salpique el dorama de turno… me siento un momento a verlo y ya no me voy. Se nota que no es una película con mucho presupuesto, pero al nivel de lo que se hace en Corea del Sur para el consumo interno podríamos decir que está bien hechecita. Pero lo que me retiene ahí es la trama. La Señora Souma me comenta de que va y no me parece creíble. No de los coreanos y sus novelas hyper románticas, en las que ni en el episodio final los protagonistas se besan. Red Carpet tiene como trasfondo el mundo del porno, específicamente una productora porno y todos los líos que trabajar en esa industria acarrean a sus trabajadores, los que están detrás de cámara y los que están delante de ellas. Algunas de las caras en pantalla me resultan conocidas… y esta comedia no tan cómica transcurre sin pretensiones pero con un buen ritmo. Sigo sentado aquí, que raro. Y la película continua por su buen camino. Ok, ya es tarde, quiero saber como acaba este rollo que tiene tanta melcocha azucarada, donde se dice la palabra porno muchas veces y todo el mundo está bastante vestido. Demasiada ropa diría yo, pero así son las cosas en Corea del Sur: la película es mucho más romántica que cómica o porno, lo de porno es solo un señuelo, porque salvo unos gemidos por allí, no hay ni un solo desnudo, ni sexo simulado… caray, que hasta los escotes son recatados. La película termina y siento que… no se, no estuvo tan mal. Y que probablemente los coreanos no hayan entendido bien de que va esto del porno. La Señora Souma se ríe de mi un rato porque dice que yo quería ver “chinas calatas” y me he llevado un chasco. Me voy a la sala a comer mandarinas y preguntarme porque no habían chinas calatas, en una película donde había tantas veces la palabra porno.

Jung-woo es director porno. “AV”, adult video, como le dicen en Asia. Tiene talento, escribe buenos guiones pero su destino es ser, por el momento, un reconocido director porno. Y pasan diez años así, siendo de los mejores de su rubro pero infeliz con lo que hace. Hasta que decide que es el momento de intentar a como de lugar llevar alguno de sus guiones a la pantalla grande… pero su fama de director porno hace que nadie quiera financiar su proyecto. Así puestas las cosas él y su productor entran en contacto con la joven actriz Eun-soo, quien desea sacarse de encima su fama de actriz infantil, la cual no le permite acceder a papeles más serios que le permitan avanzar en su carrera, hablándole de protagonizar cine independiente, de bajo presupuesto pero muy “arty”. El lío que se va armar va a ser de esos de poner en cuadrito.

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