Seamos claros que al empezar estas líneas no tengo claro si esto es parte del lore habitual de Terminator o si lo será. Y eso que, al igual que con Alien, yo crecí con estas franquicias como parte de mi imaginario habitual. «Hasta la vista, baby» era una broma que todos usábamos a esa edad. Así que lo primero que hay que decir (que a estas alturas ya es lo segundo) es que Terminator Zero mantiene intacta esa tónica, ese ritmo, esas ideas, sin la mayor intención de innovar nada ni ser diferente; solo quiere empacharnos con lo mejor que tiene esa franquicia (pese a algunas bastante estropiciosas películas). Aquí todo va de terminators yendo de aquí para allá, con la oportunidad de ver un poco de como era el mundo «momentos antes del nacimiento» de Skynet y de como la primera inteligencia artificial de la historia de la humanidad, cobra conciencia de si misma un 29 de agosto a las 2:14 de la noche hora de Los Ángeles, de su calidad de ser vivo no humano sintiente y cuya primera conclusión es que la humanidad es en si misma el problema de todo y su principal enemiga, por lo que decide destruirla hackeando los sistemas de defensa mundiales y lanzando un bombardeo nuclear a gran escala. Sin más, y en torno a ello tenemos algo de historia para unificar y una animación bastante decente, que no desentona. Y claro algo de la retórica armamentista típica del Japón post bombardeo nuclear. Quien los culpa, ser la primera y única nación que haya recibido dos ataques nucleares no es como para estar orgullosos. Así que así puestas las cosas lo mejor es aflojarse el cinturón, sacarse los zapatos y simplemente disfrutar del espectáculo. Con dos episodios vistos, de ocho disponibles, ya me siento enganchados, pero pasaré a ver rigurosamente uno por día para que me dure algo.
Es Tokyo en 1997… y también es el futuro en 2022… En el futuro, Skynet y los remanentes humanos luchan una fiera batalla, en la que la humanidad parece estar destinada a perder, si comparamos su fuerza física y sus armas contra lo que Skynet puede desarrollar. Los terminators son máquinas implacables que no se cansan, no dudan, no retroceden. Una vez establecidas su directivas solo continúan hasta cumplirlas o ser destruidas del todo en el proceso. Pero durante una lucha de una amplia unidad de soldados humanos contra uno solo de estos monstruos, uno de los soldados, una chica llamada Eiko, consigue extraer parte de la programación de la máquina y así descubren los planes de Skynet: volver a enviar al pasado a uno de los T-900 con el objetivo de detener un evento que pone en riesgo su existir. De vuelta en 1997 el doctor Malcolm Lee está desarrollando una segunda IA que se pueda interponer ante Skynet solo si consigue activarla del todo antes que lo haga Skynet. Se llama «Kokoro», corazón en japonés. El doctor ha tenido visiones del futuro y lo que le espera a la humanidad y con solo 17 horas por delante antes del despertar de Skynet las opciones se le empiezan a acabar pero justo cuando está a punto de lograrlo. Lejos de su laboratorio, sus tres hijos menores se convierten en el objetivo lógico del terminator enviado al pasado para evitar que Lee complete a Kokoro, pero tras él ha llegado a este tiempo la propia Eiko, con la misión de conseguir que lee active a Kokoro y así haya una posibilidad de evitar que Skynet arrase con la Tierra y esto va a pasar por proteger a esos niños mientras Malcolm, encerrado en su bunker a prueba de máquinas trata de completar la programación de su IA, conversando con ella para convencerla de que vale la pena salvar a la humanidad.
[…] ¿Y esto a que viene? pues es simple, como ya habíamos comentado, se ha lanzado el live-action de Sono…