Vamos a hacer esto de la manera en que la hice yo, primero vi la película y luego leí el manga. Primero que nada hay que decir lo que ya dije, que se basa en un manga y ese manga es obra de Tatsuki Fujimoto… ¿de quién? pues del mismísimo autor de ChainsawMan, el manga y posterior anime que dejó salpicado de sangre todo. Que no es que dibuje bonito, pero sus historias son muy atractivas. Así uno se pregunta ¿cómo le hace un autor, por más en moda que esté, para que le animen y le estrenen uno de sus trabajos colaterales, en un mediometraje que no llega a la hora? pues quien sabe y que nos importa, lo cierto es que esta peliculita es una pequeña obra de arte, íntima y melancólica, que resume muy bien la intimidad del trabajo de ser un mangaka y amplia ligeramente el pequeño one-shot en que se basa. Y que nos deja con un final abierto para que cada quien arme su final como le de la gana. Aunque aquí me voy con un spoiler, que solo quien haya visto la película entenderá: el yonkoma (viñeta de cuatro paneles, al estilo de Mafalda por ejemplo) que Fujino recoge y luego cuelga en su ventanal para tener fuerzas, inspiración, menos culpa o lo que quieran, está vacío. Por lo que ella sufre es en realidad una alucinación y no un fenómeno sobrenatural. Lo imaginó o el dolor lo hizo imaginárselo.
La historia está protagonizada por dos chicas de Yamagata que aspiran a convertirse en dibujantes. Ayumu Fujino es una estudiante de primaria que publica yonkomas en el periódico escolar, mientras que Kyomoto es una compañera que tiene agorafobia y no va a clase nunca. Cuando ambas comparten sección en el periódico, Fujino enfurece al descubrir que Kyomoto dibuja mucho mejor que ella. Herida en su orgullo, estudia por su propia cuenta los fundamentos del dibujo y se obsesiona al punto de preocupar a su familia y amigos. Pero a pesar de que llega a mejorar bastante, no es capaz de alcanzar el nivel de Kyomoto y decide rendirse. En la graduación escolar, el profesor pide a Fujino que vaya a casa de Kyomoto para entregarle su diploma. Al entrar en la vivienda ve una tira de viñetas en blanco de las que usa Kyonomoto y dibuja en ella un yonkoma donde se burla del encierro de su compañera, pero la hoja se le escapa y acaba colándose en la habitación donde Kyomoto está. En ese momento Kyomoto se atreve a salir de casa y se presenta ante Fujino como una gran admiradora de su obra. Ambas se despiden y Fujino, abrumada por los elogios entusiastas, llora de felicidad bajo la lluvia porque su talento ha sido reconocido por su mayor rival, lo cual le anima a volver a dibujar. Así ambas niñas comienzan una larga historia de amistad y deseo de superación, mientras se convierten en una productiva mancuerna de mangakas, algo muy común que las grandes editoriales toleran y fomentan para adicionar dos talentos complementarios y tener éxito, sin saber que este camino que han elegido no necesariamente es el mejor camino a escoger ni tiene que tener un final feliz.
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