Es una lástima el no poder recomendarles que lean mi post acerca de la primera temporada de Asuntos Picantes, la cual estaba centrada en japón, porque ese post se murió con la versión anterior del blog, pero déjenme decirles que esta segunda temporada nada tiene que envidiarle a la anterior. Tenemos nuevamente a la pareja de coreanos (del sur, obviamente) el cantante Sung Si-kyung y el comediante Shin Dong-yup, nuevamente en un viaje de exploración en busca de ver como se toca el tema del sexo, esta vez en la isla de Taiwan. Es importante recalcar aquí una cosa ¿por qué dos coreanos del sur como presentadores? Pues porque, como ellos incluso llegan a afirmar, Corea del Sur es una país, dentro del mundo asiático, de lo más restrictivo en lo relacionado al sexo. En donde cosas como la pornografía y la prostitución son delitos. Y en el que en las novelas la pareja romántica protagonista llega a tomarse de las manos en el último episodio, como muestra de su pasión arrebatadora. Es en serio, he visto algunos doramas con la señora Souma. Así que estos dos hombres maduros coreanos, artistas y por lo tanto con mentalidades más flexibles a lo foráneo, se ven involucrados y son los primeros impactados por las cosas y lugares que conocen. La mayoría, por no decir todas, de las cuales estarían prohibidas en su país o sería imposible de llevarlas a cabo, como una «expo sexo», y parte de lo interesante que tiene este documental es precisamente eso: la manera en como ambos prueban de estas «frutas prohibidas» y reflexionan al respecto de su propia condición.
Pocas cosas nos hablan tan claro de como son las sociedades humanas, como la forma en que estas se toman al sexo como parte ineludible de la humanidad. Ya sean sociedades, y tiempos, en las cuales todo lo relacionado al sexo era tabú, a actuales lugares en que todo es bastante más fluido y sus ciudadanos son más libres de vivir su sexualidad como les plazca y parezca. Y si ya Japón demostró tener más de un esqueleto en el armario en esta línea, con Taiwan como que la cosa se salió del cauce por completo. O será que somos los demás los equivocados y habría que imitar la libertad con la que viven ellos. Nada parece estar prohibido aquí excepto lo que no sea estrictamente consensuado y para estos dos señores incluso parece que su equipo de producción no les ha explicado exactamente con lo que se van a enfrentar. O si lo hicieron pero la realidad resultó ser mucho más intensa, tanto que la cara de sorpresa y vergüenza ajena que ponen en algunos momentos nos parece completamente sincera. Vale la pena verla como entretenimiento, pero eso si, aunque no es explícita en ningún momento es estrictamente para adultos así que «sáquenle el jugo» a la suscripción de Netflix.
[…] ¿Y esto a que viene? pues es simple, como ya habíamos comentado, se ha lanzado el live-action de Sono…