Brooklyn Precint 99 (Serie de TV, 2013): el bastante relajado brazo de la ley

Seguro que han visto series de temática policial como Chicago PD, NYPD Blues, o cualquiera de los CSY, que con sus tramas y dramas nos dejan muchas veces a medio camino de estar jodidos y reflexionar. Pues bien, el precinto (comisaría) 99 de Brooklyn es todo lo contrario, literalmente el otro lado de la moneda de esas series “serias”. Pero no caigamos en el error de que por ser cómica solo se dedica a ser cómica y a acumular gag tras gag en busca de entretener. Por cierto que es muy entretenida pero también está muy bien planteada argumentalmente, con personajes muy ricos y actuados con gran solvencia e incluso con algo de carácter para lo que hacen. Y riesgo, ya que la serie tiene como una de sus premisas más básicas que el nuevo jefe que llega a ella para hacerse cargo es un recio policía que consigue por primera vez su rango de capitán de precinto, siendo que es el primer policía afro americano abiertamente homosexual de la fuerza desde hace 30 años, casado, por lo que es muy importante para él que ese manicomio de comisaria que le ha tocado funcione como un reloj. Y lo notable es que la serie hace buen uso de este detalle de su personaje sin aspavientos innecesarios, sin reforzarlo para conseguir apego e identificación, sino más bien como lo que debe ser, un dato más de su historia que es asumido como parte integral del desarrollo y que guarda montones de momentos muy divertidos pero nunca una excusa para ponerse discursivo o llenar la trama de mensajes de inclusión. Y eso es muy bueno, en una serie que completa 90 episodios lleno de locuras y desorden (que para variar pueden encontrar completos en Netflix) Ah, lo olvidaba cuenta con el siempre solvente y genial Terry Crews, ya solo por verlo a él vale la pena ver la serie.

El 99 es uno de esos precintos en donde ocurre la verdadera labor policial, no los grandes casos que saltan a los titulares de la prensa sino una de esas en donde lo que hay es pequeños hurtos, tráfico de drogas, desapariciones, gatos perdidos, prostitutas y reducidores, y uno que otro atentado con armas blancas. Y está conformado por un brillante equipo… por un equipo bueno… por… dejémoslo en equipo de policías que hacen bien su labor cuando no están literalmente en las nubes tratando de hacer su trabajo. Una mezcla explosiva de personalidades y orígenes, de traumas y manías, que nos harán recordar cualquier ambiente laboral en el que alguna vez hayamos tenido que adaptarnos, solo que estos tipos tienen placas, representan a la ley y pueden pegarte un tiro si consiguen recordar donde es que dejaron el revolver. Cada cual tendrá una historia que contar y una manera de relacionarse a los demás, pero sobretodo estará más que dispuesto a transitar por la delgada línea que separa el cumplimiento del deber y el desastre total. Y todo girando en torno al joven pero muy brillante detective (y por momentos altamente insoportable) Jake Peralta, quien tendrá un serio problema con su nuevo capitán que representa todo aquello lo que a él no le gusta: llegar temprano, hacer el papeleo, ser responsable, serio y sobretodo no andar armando lio y medio en la comisaria.

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