Creo que he contado antes que empecé esta macana de llevar un blog por indicación d emi siquiatra, que me quería entretenido en u proceso creativo en vez en andar pensando cosas rara. También me quería lleno de Fluoxetina hasta las orejas, pero esa es otra historia para otro día. Lo cierto es que como yo había puesto de manifiesto que escribía y me entretenía bastante hacerlo el sugirió lo obvio: que escribiera algo. Justo por ese momento estaban de moda los temas de los blogs personales así que en SUGOI me asignaron uno para hacer lo que quisiera. Y eso fue lo que hice. Sin publicidad, sin deseos de hacerme famoso, solo con las ganas de poner por escrito los párrafos que a veces azotaban mi mente. El blog llegó a tener cierta fama, cierta cantidad de vistas diarias, cierta relevancia, pero se ha muerto muchas veces… así que perdió eso también. Pero así volvió a ser lo que se suponía que tenía que ser, solo diversión privada para mi. Y aunque debo decir que conocí fantásticas personas a través de él. Y uno que otro troll y hater. Menos de los que me hubiera gustado, de hecho. Pero para variar me voy por las ramas. La razón de ser de este párrafo es que he decidido, ya que el blog es una entidad completamente independiente a mi voluntad, tomarme en serio lo que le dije al siquiatra aquella vez y publicar mis viejos escritos de colegial y adulto joven. Con la sensata certeza que no los va leer nadie, pero de que en cierta manera quedan para la posteridad. No hay que esperar grandes cosas de ellos. Les voy a dar una leída para corregirles algunas cosas, como la pésima ortografía, pero nada más. Los pondré tal como eran porque así es como yo era. Que aproveche si se animan a leerlos (hay de todo, desde humor tonto o textos muy negros…. y tampoco es que haya tantos). «Le Paris», se llama el primero…. como un viejo cine que había en el centro de Lima, leyendo entenderán, lo prometo. Allá vamos.
LE PARIS
El otro día me fui al cine. Esto no tendría nada de extraño si hubiera ido a ver una película de buen corte, es decir acción, drama o comedia, pero no, no fui a nada de esto si no a ver porno, si, como lo leyeron a ver una película porno del tipo llamado XXX (osea de esas que la censura te corta desde el primer hasta el ultimo cuadradito). Se llamaba «Las confesiones calientes de una ninfómana de lujo» (todo un título). Iba por el centro de Lima regresando de inscribirme para mi examen de ingreso a la universidad y perdía mi tiempo por las calles, sentía calor, estaba cansado y aburrido por la amanecida necesaria para ir de Chaclacayo hasta el lugar de la inscripción y me alejé por las calles, pasé por la puerta del cine Le Paris, y me detuve a pensar en ese letrero negro con letras fosforescentes que anunciaba esa película. Nunca había entrado aun cine de estos y ademas no lo necesitaba (¿para qué? tenía un VHS en casa), pero pudo más la curiosidad del saber que tipo de gente iba al cine porno, y mas aun a las 11 de la mañana así que me anime a entrar. Mi primera conclusión fue: primero, van los curiosos como yo que no tienen nada que hacer más que perder su tiempo y dinero en este rubro, segundo, iba todo aquel que le daba la gana.
Parado en la puerta me enfrente al primer problema: ¿cómo entrar al cine?, si ya se, por la puerta…. los dos pasos que había entre mi lugar en la acera y la puerta del cine me parecían eternos, sobre todo por toda esa gente que caminaba a mi alrededor, un charlatán daba su perorata en la puerta del cine y hablaba acerca de las propiedades curativas de no se que mezcla de hierbas… me paré a ver la puerta del cine para inventar alguna forma muy subrepticia de colarme dentro. Otra conclusión: el cine porno es tentador, pero el roche de que alguien te vea es peor que cualquier cosa, hasta que de pronto uno se metió y yo aprovechando la coyuntura me metí tras de él, luego me di cuenta que tras de mi se habían metido tres o cuatro más que estaban conmigo en la charla del vendedor ¡bah! me dije, así que todos esperamos que alguien sea el primero. Conmovido por esta muestra de idiosincrasia peruana me acerqué a la boletería del cine, el tipo ahí me miro de arriba abajo y se convenció que la barbita era de verdad y que no era uno disfrazado para ver la película. Y que mi muy recientemente recibida «Libreta Electoral» era real, me dejó pagar la entrada y pasar al hall del cine. Algunas cosas me llamaron la atención de inmediato ya estando para ahí. Por ejemplo lo rara que se veía la calle toda luminosa mientras ahí donde estaba parado comenzaba la penumbra. Luego estaba este simpático cartel que advertía que «Luego de terminada la película no se prestara el baño a nadies» a nadies…, nadies tenía derecho pues a ir a orinar durante la película pues no vaya a ser que se les ocurra alguna otra idea aprovechando que estaban solos en el baño. Y como yo tenía ganas, de orinar digo, me fui al baño, hice lo que tenia que hacer allí y que nadie puede hacer por mi y volví a la sala. En la puerta del baño me encontré con otro pata, me miro a la cara y se sonrojo, me fui pensando que eso de clausurar el baño debía ser permanente, por que hay algunos que no tienen banderas para ese detalle tan manual.
El cine, la sala en si, apestaba a petróleo y a polvo, y creo que eso fue lo que me adormeció un poco mientras me acomodaba en mi butaca. Aun seguía sin saber que estaba haciendo yo ahí y cabeceaba hasta que alguien entró, otro muchacho como yo, flaco y con cara de estudiante, me miro y fue a sentarse al fondo del cine, me di cuenta que estaba sentado muy al borde del cine y que desde hay no podría ver bien la película, claro si ya estaba ahí y había pagado mi entrada lo menos que podía hacer era ver la tan dichosa película. Detrás del ecram se escuchaba la música de alguna radio conectada a los parlantes, me paré y me acerqué mas al centro calculando el rayo de luz por la dirección del lente, el muchacho se paro también y se movió mas allá. Detalle nuevo: a nadie le gusta sentarse junto a otro en el cine porno, creo que las razones me empezaron a parecer obvias en ese instante, me apoltroné de nuevo y seguí esperando, entraron mas patas y todos se sentaron lejos de ahí y lejos entre ellos, un conserje aseguraba las butacas sueltas
Opté por quedarme callado y quieto mientras analizaba lo que ocurría a mi alrededor, ademas, era en este lugares donde se hacían contactos de todo tipo, es decir que hay podía haber de todo, las razones ahora ya eran obvias nadie se sentaba cerca por que podía ser que alguien interpretara mal algún gesto y te metiera un golpe, o que te guiñara el ojo, que es peor, creyendo haber entendido bien. En esa fe me ajusté las botas, saqué el dinero para mi pasaje y lo puse en el bolsillo del pecho de mi mameluco, guardé mis documentos ahí también y recorrí con atención la sala para saber por donde correrme llegado el momento. Pasó el tiempo y me tranquilicé un poco, ninguno de mis compañeros tenía cara de nada, y estaban abocados a sus tareas especificas, es decir a no hacer nada mientras esperábamos, pero si note que todos tenían las manos en los bolsillos, ¿por que será? como si no lo supiera, ahora se por que les dicen «apristas»… no dejan en paz a la paloma. Me di cuenta que aquí entraba de todo, por ejemplo entró un señor bajito, rechoncho ya de unos 50 años con un inenarrable olor a ropa sucia y falta de agua y se sentó unas butacas mas abajo de la mía, de uno de sus bolsillos saco un periódico y se puso a leer con atención, estiré el cuello y leí con el un rato, hasta que volteo y casi me pesca en ese plan, decidí quedarme quietecito, de nuevo, no vaya a ser que me meta en algún lio por ese gusto, y seguí dejando pasar el tiempo.
Y nada de empezar la película, claro por cuatro soles no se podía pedir mucha elegancia en realidad y mucho menos exclusividad y puntualidad, distraído en lo graciosos que nos veíamos todos ahí, viéndonos sin mirarnos, no noté que llegaban más y más personas, al menos ya éramos casi cuarenta en aquel cinecito como para cien, no es mal negocio exhibir porno en esta ciudad, pensé. Entro otro «tío» al cine, le seguí con la mirada, esto había que hacerlo con cuidado por que si te ampayaban podían pensar muchas cosas de ti, pobre todo de mi tan limpito y tan diferente al ambiente general del cine, se me notaba, era un novato en este plan, así que apenas lo miraba cuando llegó a su sitio, se instaló hizo lo mismo que yo hice con mis documentos, solo que el se abrió la bragueta y hay se los metió y luego se echo a dormir, a pierna suelta y con toda la conchudez del mundo ya dormía ahí en el cine. Claro, por cuatro soles, dos horas de sueños en un lugar no muy cómodo pero si por lo menos a oscuras y tranquilo… busque por la sala y había más gente durmiendo, la gente también venía al cine porno a dormir, pensándolo bien nada como un cine porno para dormir.
Al fin se apagaron las luces, y toda la sala se movió y se preparó, aparecieron los créditos, no se por que esperaba siquiera algo digno de ser expectado, pero a quien se le ocurre esperar algo de un cine porno, la película era una porno (como es lógico) de mala calidad muy cortada y con partes borrosas, me dedique a ver, quien no ha hecho esto nunca, no sabe lo que significa ver algo de ese tamaño en pantalla gigante, era… era… ¿impresionante? si podía decirse que era impresionante, nadie se movía en el cine, nadie hablaba salvo un entusiasta que estaba sentado detrás mío que a cada rato soltaba unas risitas y una que otra lisurota como signo de admiración, la película no tenia nada de graciosa al principio, luego si me pareció muy divertida, pero luego les cuento, la cosa que la película continuaba por ese rumbo, era una película «de poca»… poca ropa, pocas palabras, poca película, trataba de la necesidad de una chica de tener una habitación y que… (CENSURA)… luego encuentra un pintor al que… (CENSURA)… y compartía su cuarto con una chica puritana a la que le presenta algunos amigos los cuales… (CENSURA)… y al final las dos en su cuarto… (CENSURA)… como habrán comprendido, ya hubiera querido alguien ese libreto para hacer un drama terrible digno de un Óscar… un Pedro o un Alfonso, no se bien cual, duro media hora y nos cambiaron el rollo, literal… la gente silbó un poco pero se tranquilizó. En todo este lapso siguió entrando más gente y en la oscuridad se sacaban el alma al tropezar con los irregulares escalones del cine, y se demoraban en sentarse por buscar un sitio solitario que a esas alturas ya era casi imposible, empezó la película esta de la ninfómana, la película trata de… (CENSURA)… y al final todos se van ¿para qué más?.
Mientras la segunda película se producía (era en italiano, aunque en este genero cinematográfico eso importa poco, por que hay cosas que suenan igual en todos lo idiomas) llegaron una pareja de señores, una señora gorda y un señor gordo, clase media, piel cobriza, ella vestía una falda y un polo de hilo verde con rayitas blancas, el un pantalón de terno azul, manchado y con necesidad urgente de ser llevado a la tintorería pues destellaba que parecía estrella y un polo de rayitas azules y rojas, el peinado para atrás ella ondulada, el llevaba en la mano un periódico «Mañanero» (y que conste que estábamos a oscuras) ella una bolsa blanca. Me esfuerzo en esta descripción para que me crean que yo fui al cine a ver a la gente y sus costumbres y no la película que se proyectaba (si, se que soy un hipócrita) para que, las mujeres que salían en la películas eran verdaderamente bellas y los varones atléticos y ………………….., me pregunté que sentirían esos señores al ver esa película con verdaderos maniquíes humanos y luego enfrentarse a su propia realidad de seres humanos comunes y vulgares, a sus olores vulgares, a su realidad, a la aspereza de su piel, al tocarse en algún cuartucho sucio de la ciudad y no frente a la Costa Azul en un yate como en la película, medite acerca del amor, (meditar acerca del amor mientras en la pantalla se están divirtiendo de los lindo es harto difícil, les diré) me di cuenta de como aman los ancianos y lo poco que queda en la vejez para reeditar el amor, pero demasiada metafísica en el cine porno, volví a la película, seguían en lo mismo, volví la gente, aquí si, había habido cambios, otra pareja de viejitos entraban al cine empezaron a subir por la escalera tropezones, gritos y caídas, un «sácate la mierda vieja cojuda y deja ver» para que la cosa sea mas obvia hasta que llegaron a buen puerto, seguí el peliculón.
Un muchacho entró a comer sus chizitos durante la película, yo no había tomado desayuno, solo había comido un plátano y ahora este comía chizitos, me parecía o ¿es que había una marcada tendencia fálica en todo esto?, la curiosidad me invadió con una buena oleada de temor cuando caí en cuenta que aquí en el cine habrían muchos seres que eran violadores en potencia, enfermos mentales y por lo tanto potencialmente peligrosos, el recuerdo de las noticias leídas en el diario de tantos casos de violación a niñas menores de edad me ardió en la frente cual signo de vergüenza, esto era generado por esta manifestación en el cine porno, el fácil acceso a escenas que enervan la libido, como diría cualquier psicólogo conductista, Estimulo-Respuesta, y luego como satisfacer la necesidad despertada en este tipo de espectáculo, depravación pensé, esto es nuestra peor demostración de lo animales que somos, de que como el hombre solo ha atinado a esconder sus instintos, a taparlos siendo aun un mono desnudo (como diría Desmond Morris) que aprendió a vestirse y que amordazó su instinto animal pero que a veces pierde el control, quise gritar y explicarles del riesgo que corríamos ahí, del riesgo de ser contaminados, pero sabia que no seria escuchado que allí esa gente estaba reunida con ese único fin, con ese objetivo así que me tapé la boca; sacudí la cabeza y me di cuenta de mi propio error, patilargo como soy me sentía incómodo y me había pasado toda la película pateando al de adelante.
En ese momento ocurrió la tragedia, la cual no vi venir de lo distraído que andaba sintiéndome moralmente superior que todos ahí en la sala. La primera impresión fue corporal, casi se sienta encima de mi mano (hacia rato que me había instalado semi echado y desparramado por dos o tres butacas), asustado me senté bien, pero como era posible, o ¿es que acaso este viejito no sabia que nadie se sienta junto en el cine porno?, que vaina, recordé que casi se desbarranca por los escalones del cine y que por eso decidió sentarse a mi lado, pero era extraño estar tan cerca de alguien desconocido en este peculiar lugar, no quería ni moverme por no llamar la atención, si este tío se pasa de gracioso, yo me desgracio con él, pensaba a cada rato, pero no, nunca hizo nada que valiera la pena para tirarlo por las escaleras, seguí viendo la película mas relajado y estornudé por el polvo, esperé con mi buena educación que alguien me dijera «salud», pero nadie movió un solo musculo de la cara, así que me trague mis «gracias» y me sentí avergonzado de ese desliz emocional.
La película tenia a los protagonistas haciendo eso que sabían que hacer con un entusiasmo encomiable pero ya no importaba pues ya me sabia en que terminaba todo ese malabar, ¡ah! terminó, y siguió otra secuencia, no digo yo si el director tiene una imaginación para plasmar las secuencias de esa película, bárbara. Yo para variar andaba en la luna de las preguntas raras… ¿qué sentirán las mujeres metidas en un cine porno? y mucho mas esas mujeres que estaban ahí, ya viejas y por que no decirlo feas, entretuve esa idea en la mente pero se me escapo de las manos, al tío que se sentó a mi lado lo veía con el rabillo del ojo, creo que se quedó dormido, tenia un reloj y yo quería «ganarme» con la hora pero nada, creo que estaba muerto por que ni respiraba, entro otro muchacho, se sentó, pasaron cinco minutos y acabó la película, me reí de esta ironía, me paré y me apresuré a salir de la sala. Deje atrás al viejito violador que se sentó a mi lado, al pata de los chizitos y a todos esos que estaban allí, ansioso de volver a mi realidad con urgencia, con ganas de volver a ser yo mismo, de huir de ese lugar, quería volver a ser el muchacho de siempre no esa especie de sombra viva que estaba hay, pero olvidé la segunda versión de mi primer problema, es decir, como salir del cine, la calle lucia luminosa y mis cachetes rojos de la vergüenza, y no me animaba a volver al mundo de un solo tirón, salieron los demás y salté, si, salté, por que sentía que saltaba desde un avión hacia la tierra firme, por un momento me embriague de sol y de luz, y trastabille, casi me estrello con una chica que venía en sentido contrario, me asusté y ella me sonrío, voltee y vi la puerta del cine, no podía creer que yo hubiera salido de ahí, la gente que salía del cine eran diferentes a los que yo vi dentro, otras caras, otras expresiones, nada que ver con la simplicidad de la emoción de allá dentro. Empece a caminar por inercia, me ubique y seguí andando, cruce la calle y me dirigí hacia el paradero para tomar mi bus, pero esta peliculita me había dejado cierto «problemita» con respecto a la hora de caminar, así que me detuve un rato en la esquina a esperar que el problemita cediera y pudiera caminar sin que se me notara la notoriedad de mi condición, tomó su tiempo (ah, gloriosos 19 años), pero sucedió, seguí por la calle ya mas tranquilo y mas relajado. Me arrepentí de haber tirado la plata pues me pude haber comprado una cinta musical por ese precio, una buena cinta pirata, pero ya estaba hecho y no había mas que hacer, pero también estaba contento pues había conocido toda una forma de vida, al fin y al cabo fue una buena inversión. Miren, pude escribir esta crónica, de algo que yo ni imaginaba en realidad, seguí por las calles, subí al carro y llegue a mi casa, tenia el alma cochina, no por la película si no por malgastar la plata, y me eche a dormir, y como es lógico en estos casos no pude dormir.
Lo importante o mas bien la moraleja de esta historia es que aunque es fácil saber que es bueno y que es malo, la comparación directa enseña cosas que nadie puede enseñar jamas, los sabios llaman a esto: experiencia. También se resume en «para que la próxima vez no lo vuelvas a hacer, bruto» cuando uno adquiere la experiencia de saber que cuando los de la tienda de artefactos te dicen, «revise el manual», no es que te consideren tonto, si no que están completamente seguros que si abres el aparato lo cagas, y la segunda cosa que aprendí fue… que jamas hay que ver porno en el cine, no se puede poner pausa retroceder, ademas te cortan toda la película….
(Chaclacayo, Febrero de 1996)
[…] y como prometí, primero vimos el mediometraje y ahora hablemos del manga que le dio origen, que en este…