Coraline (película, 2009): un cuento que no es cuento

El stop motion es una manera muy exigente de hacer cine. Requiere paciencia, toneladas de paciencia, más paciencia cuando se acaba la primera paciencia y mucha delicadeza a la hora de manipular personajes y escenarios. Viendo «Coraline» no me imagino el proceso de producción… horas de horas haciendo pequeños movimientos para generar la sensación de animación, mover, pintar, repintar… volver a mover y filmar, filmar y filmar. Realmente apreció este trabajo artesanal que hace palidecer por su dedicación, al más elaborado de los 3D. En esta oportunidad la señora Souma y yo entramos a Coraline 3D ya que no estaba disponible en 2D. No es que me parezca mal, pero es confiar demasiado en el 3D. Sobretodo con una película como esta. Coraline es una película peculiar basada en una historia peculiar de Neil Gaiman (que me cuentan que es aun más perturbadora que la adaptación a cine) y con un director también muy especial, Henry Selick, quien en Coraline no sólo repite el plato de hacer cine stop motion, sino que además también repite el plato de dirigir una historia fantástica con toques realmente perturbadores, tal cual hizo en “The Nightmare Before Christmas”, en lo cual insisto para todos aquellos que creen que fue Tim Burton quien la dirigió. Advertencia a los padres de familia: Coraline no es una película para niños por ningún lado, es inquietante oscura y con algunos conceptos realmente perversos. De hecho, los niños en la sala deben haber creado algunas preguntas realmente curiosas para sus confundidos padres. Yo tuve algunas curiosas preguntas que hacer. Tuve que hacérselas a la señora Souma. Una vez más cometemos el error de creer que por es animación es “para niños”.

Coraline Jones es una típica niña: curiosa, molesta, socarrona pero en el fondo buena. No reconoce que su vida es buena por más que a ella le parezca mala, básicamente porque ella no se entretiene en ella, a lo que hay que agregarle que la “han mudado” a una nueva casa dejando amigos atrás y que sus padres viven pensando en sus cosas y prestando la mínima atención a la niña. Curioseando por su nueva casa Coraline encuentra una pequeña puerta que por las noches la lleva a un mundo igual al suyo pero al mismo tiempo distinto: allí todo es diversión y felicidad, su madre le prepara las mejores comidas y su padre le dedica todo su tiempo a divertirse juntos… sería un mundo perfecto para vivir si no fuera porque todos en él tienen botones en lugar de ojos. Y para poder quedarse allí Coraline debe perder sus ojos y tener sus propios botones. Cuando la pequeña Coraline se niega a coserse los botones la verdad acerca de su mundo alterno se revela y ahora tendrá que esforzarse para poder escapar de ahí, salvar a sus padres y vencer a la entidad maligna que habita en el mundo alterno. Pese a lo mucho que me gustó esta película debo decir que tiene un problema en la narración ya que más que transcurrir los eventos se amontonan, hasta que pasada la mitad de la película todo empieza a fluir con mayor facilidad al mismo tiempo que la historia empieza a retorcerse con ganas. Sin embargo es una película que bien vale la pena ver, aunque sea para disfrutar del increíble esfuerzo que debe haber sido rodarla.

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