Coproducción francesa, inglesa y estadounidense, estamos ante una genial reimaginación de la clásica historia de H.G. Wells traída directamente a nuestros tiempos de una manera muy exitosa, y adaptada precisamente para ser funcional ahora. Sin que eso afecte las premisas más básicas de la historia. En este contexto de pandemia, en que la orgullosa humanidad con toda su tecnología no consigue dominar los estragos que algo tan nimio como un virus le ha hecho a nuestra sociedad, estilo de vida y economía, esta historia, contada tantas veces, nos recuerda nuevamente lo realmente frágiles que somos si es que una inteligencia superior, con una tecnología superior, decidiera arrasar con nosotros. Irónicamente, en la historia clásica son los microorganismos que causan nuestras enfermedades más comunes los que salvan el día, los virus entre ellos. Pues bien estamos ante ocho episodios cada uno más bueno que la anterior que retrata precisamente eso, la ejecución de una planificada invasión a la Tierra, que comienza con un intento de eliminar toda la vida humana inteligente. Contada con mucha maña y sustentada con mucha ciencia creíble y como dije adaptada a nuestros tiempos y conocimientos, la serie narra, dentro del gran marco de la invasión, la historia de un grupo de personas que enfrentan la situación mientras que, para variar, el peor lado de los seres humanos se muestra en los momentos de crisis. Lamentablemente, esta que vendría ser la tercera serie de TV que se haya hecho alguna vez sobre este tema, se estrenó muy pegadita al inicio de la crisis pandémica lo que parece que afectó su popularidad, ya que queda claro que debería ser mucho pero mucho más popular. Sin embargo, la parte estadounidense del proyecto, FOX, ya ha anunciado el comienzo del trabajo para una nueva temporada. Y vaya que la esperaré con ganas. (Por cierto, los ingleses también hicieron una serie de solo tres episodios, mucho más apegada a la novela -al menos al principio- que me emocionó mucho pero que luego simplemente no cuajó. Cosas que pasan).
La astrofísica Catherine Durand, ha estado liderando la búsqueda en espacio profundo de inteligencias no humanas, en el Instituto de Radiostronomía Milimétrica, ubicado en lo alto de las montañas de Grenoble, Francia. Para lo cual no solo ha estado rastreando el espacio con radiotelescopios, escuchando el vasto silencio, sino que también ha transmitido una selección de música a ver si en algún lugar un “alguien” la escucha y se interesa en nosotros. Hasta que de un momento a otro encuentran una señal que no pueden entender, pero que es claramente producto de una inteligencia. Es una señal que por su forma no podría aparecer naturalmente. Convencida de su descubrimiento le revela al mundo la noticia: hay vida en el espacio, aunque claro está muy pero muy lejos. O al menos eso parecía. Mientras apenas habían pasado unos días y la humanidad se empezaba a acomodar a la idea y pensar que se podía hacer al respecto, una gran cantidad de objetos viajando a una velocidad imposible, aparecen en la cercanía a la Tierra y se estrellan en ella con mucho cuidado de no hacer grandes daños y en lo que parecen ser zonas cuidadosamente elegidas. Parece que la llamada de la doctora Catherine ha sido respondida, pero el tiempo mostrará muy rápidamente que hemos cometido un error al llamar la atención de estos seres.
[…] ¿Y esto a que viene? pues es simple, como ya habíamos comentado, se ha lanzado el live-action de Sono…