Ahora que he conseguido el manga de esta película, y como el posteo original se perdió, vamos a repasarla de nuevo y la próxima semana hablamos de su versión en papel. Pese a que ella misma parece llevarnos por ese camino, no hay que tomarse a la ligera a “Quiero llorar, llevó un gato”, titulada con el simplón “Amor de Gata” en español y con el perfecto “A Whisker Away” (“A un bigote de Distancia”) en inglés; ya que mientras avanzamos por una película que se nos antoja como un shoujo de esos bien románticos y colegiales, con un toque de magia, de un momento a otro estaremos reflexionando llevados por ella, acerca de temas muy profundos y propios de la edad de sus protagonistas, como la depresión, la sensación de pertenencia, la necesidad de huir de los problemas como solución a estos y el valor de las cosas que tenemos, aun cuando no sean las que queríamos. Y ya no mencionemos como el mundo adulto y sus reglas trastoca la vida de los adolescentes o esa fina metáfora que es cambiar de quienes somos, a quienes creemos que querrían más los demás, usando máscaras (y nos nos referimos a la “máscara” leiv motiv de esta historia). De la mano del experimentado director de anime Junichi Sato y de Estudio Colorido, del cual este es su segundo largometraje, tenemos una película a la que hay que prestarle atención. Mucha atención. No solo porque es un correctísimo filme animado, con una brillante animación y una eficiente dirección; sino porque eso mismo inscribe a Estudio Colorido en la carrera por el trono de Studio Ghibli, de quien se nota poderosamente su influencia en este filme: hermosos escenarios, animación fluida en primer y segundo plano y sobretodo la presencia de una protagonista femenina de carácter muy fuerte, pero al mismo tiempo muy humana y frágil. Lamentablemente, quizá, esta película no llegó a los cines japoneses por la cuarentena por la pandemia, y digo “lamentablemente” porque lo que ocurrió fue a su manera algo mágico: Netflix compró los derechos del film y así lo convirtió en la primera película animada japonesa en ser estrenada simultáneamente en todo el mundo vía streaming, lo cual se convirtió en una larga lista de críticas positivas allí donde Netflix la puso en su parrilla. Otra de esas “jugadas maestras” de Netflix, mitad audacia y mitad buena suerte.
Miyo Sasaki es conocida como “MUGE” en su colegio (en los subtítulos y doblaje será “NULE”: Niña Ultra Loca y Excéntrica) por su comportamiento ligero, tonto y exagerado, en especial cuando cerca de ella está el chico que le gusta, Kento Hinode, quien es completamente opuesto a como ella es: un chico callado, muy reservado y silencioso. Miyo no tiene ningún problema en mostrar lo que siente por Hinode, aun cuando él la trata fríamente y no se da por aludido por esos sentimientos. Hasta que una noche Miyo se topa con un extraño vendedor de máscaras, el cual le da una muy especial: con ella podrá convertirse en gata y de esa manera huir del mundo humano, que en realidad la agobia, y sobretodo acercarse a Hinode de una manera más íntima. Así Miyo descubre que Hinode no es quien parece ser en el colegio pues en realidad es amable y preocupado, bastante inseguro y vive una situación familiar complicada que también lo tiene conflictuado. De esta manera comienzan los andares de Miyo quien por las mañanas es la molesta NULE acosando al impávido Hinode, y por las tarde es la gata Taro, a quien Hinode trata con mucho cariño porque en cierta manera le recuerda a su fallecido perro. Pero como las cosas buenas no duran para siempre hay un problema grave que se avecina: de tanto transformarse en gata para estar con Hinode, Miyo corre el peligro de convertirse en un gato de verdad, si termina renegando del todo de su humanidad y decide dejar atrás a NULE para contentarse con ser solo la gata de Hinode. Y en la vida de Miyo, no hay muchas razones que la hagan pensar que eso no es una mala idea del todo.
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