Baki (serie de TV, 2019): a puñetazos aprendí, mi labor de colegial

Basado en el manga, “Baki, The Grappler” de Keisuke Itagaki, que cuenta con una larga lista de volúmenes, sagas, y animaciones y que fue muy popular allá en los ya lejanos noventas. Netflix se sacó del sombrero esta nueva adaptación de la historia, dentro de su gran intentona para afianzar el anime en su programación, y vaya que trajo algo loco esta vez, con ganas de poner a prueba a sus suscriptores (recordemos que el documental autobombo fallido «Enter The Anime» nos habla mucho de él). Y la verdad estamos ante una serie de TV muy pero muy en su género y muy pero muy fuera de él. Y es que es interesantísima y puede que hasta adictiva… con la misma capacidad que puede ser absolutamente incongruente. Pero no hay problema, con tantos golpes brutales y tanta sangre por minuto, no es como que uno tenga mucho tiempo para preocuparse por la trama. Uno está más interesado en “ajustar” cuando un golpe que debe doler muchísimo es representado con mucho detalle y claridad para el disfrute de todos. Y es que Baki es así todo el tiempo: golpes van, golpes vienen, y explicaciones tenemos un mínimo. Pero bien mínimo, solo que (como dije) los combates son tan intensos que no nos importa mucho saber porque A le quiere sacar la cabeza a B desenrroscándosela con mucha amabilidad. Para el caso de esta serie de Netflix, ella se basa en el arco del manga Most Evil Death Row Convicts, tratando (a veces sin éxito) de explicar todo lo que pasó antes del momento actual con un narrador “en off”, recuerdos o conversaciones de los protagonistas (que son precisamente las que se sienten algo forzadas). La señora Souma no puede evitar ciertos murmullos mientras la sangre salta de la pantalla más o menos un metro, salpicando hasta a la pobre Michingas que se había echado al lado. Pero si lo tuyo son las peleas, las artes marciales, los combates extremos, el desborde de testosterona y las técnicas fumadas, esta es sin duda tu serie.

Hace poco tiempo, el joven de 17 años Baki Hanma consiguió alzarse como el campeón de artes marciales del bajo mundo, tras vencer en el Torneo Máximo, en el cual participaron 38 de los más expertos y peligrosos artistas marciales de todo el mundo. Pero ahora vive una vida tranquila como el tranquilo y algo tonto muchacho que es, mientras asiste a la escuela y no entiende nada de lo que pasa a su alrededor. Baki es básicamente el hombre más fuerte del Japón, pero también un colegial de lo más simplón. Hasta que el organizador del Torneo Máximo, Mitsunari Tokugawa, le viene a decir que cinco de los más peligrosos y mortales convictos de todo el mundo, han huido al mismo tiempo de las prisiones de alta seguridad donde los tenían contenidos, para dirigirse rumbo a Tokio a buscar al luchador capaz de hacerles conocer la derrota. Lo han hecho de manera simultánea pero sin conocerse ni coordinarlo, simplemente se han sincronizado. Una vez en Tokio, es el propio Tokugawa quien de alguna manera organiza la masacre que va a ocurrir. Convence a los cinco convictos de formar un equipo y enfrentarse a cinco luchadores japoneses que él selecciona, incluyendo a Baki. Las reglas son simples: no hay reglas. No hay horario ni lugar determinado para pelear. No hay circunstancias que eviten o demoren una pelea. Cinco contra cinco, en cualquier momento y lugar. Sin tregua, ni cuartel. Con lo que tengan a la mano o consideren parte de sus habilidades. Baki se lo toma un poco a la ligera, pero estos cinco hombres están en la capacidad de enseñarle algunas cosas al confiado campeón.

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