Ha querido la casualidad que coincidentemente tenga la versión anime de esta historia en Crunchyroll y el live-action en Netflix. Luego de ver ambos primeros episodios, la señora Souma y yo optamos por el anime y dentro de poco veremos el live-action, que básicamente puede entenderse como la misma historia, pero sin duda tiene sus cambios en como va a contarse. Además que el anime es de por si más colorido y rápido, mientras que el live-action opta por colores más oscuros, digamos tirando para tétrico en un intento claro de amedrentar e interesar al espectador. Ambas series son una adaptación de Boku dake ga inai machi, es decir “La ciudad en la que solo falto yo”, manga seinen que completó 8 volúmenes de la mano de Kei Sanbe y serializado originalmente en la revista Young Ace de la editorial Kadokawa, a partir del 2012. Mientras que el anime se estrenó en enero de 2016 y si no me equivoco en Netflix tiene solo un mes. Esta es una historia muy típica de la narrativa japonesa en la que algunos elementos están ahí y funcionan (por particulares que sean) sin que el autor se interese demasiado en explicarnos de que va eso, pues lo verdaderamente importante y la historia que se te está contando no es acerca de ese detalle sino de como se integra en un panorama mayor. En este caso tenemos que nuestro personaje tiene el don de retroceder brevemente en el tiempo y eso no es exactamente de lo que trata la historia, pues su habilidad será útil y dará pie a todo lo demás, pero explicaciones acerca de ella no van a haber. Ni serán necesarias. “Desaparecida” que es la forma en que debería haber sido adaptado el título, en femenino, es una historia que atrapa desde su primer episodio y plantea tantas preguntas interesantes que uno no puede evitar desear ve un episodio más, y otro… y otro… así, hasta que ya no dormiste nada.
Es el año 2006 y el joven Satoru es un mangaka frustrado que trabaja repartiendo pizzas para pasar el rato y tener para pagar el alquiler. Sin embargo tiene una habilidad con la que ha aprendido a vivir y de la que nadie sabe: cuando esta cerca de una “tragedia”, de un “evento malo”, es lanzado hacia atrás en el tiempo por algunos minutos para que tenga la oportunidad de notar rápidamente en su entorno que es lo malo que va a ocurrir y tratar de detenerlo. En uno de esos “revival” (como Satoru los llama), queda herido y va a parar al hospital, pero esta cadena de eventos lo llevan a recordar unos eventos traumáticos de su infancia lejana (él tiene 29 años) y a la vez recordar todo esto lo pone en una posición complicada y peligrosa, pues aquello que pasó cuando tenía diez años, parece que en realidad no fue lo que se pensaba y el peligro ha estado latente todos estos años. Las cosas se precipitan y la vida de Satoru se convierte en un infierno. Tratando de corregir su presente, Satoru consigue que el revival lo tomé y lo lance atrás en el tiempo… a la edad de diez años, justo por los días en donde la experiencia traumática ocurrió… ahora la cuestión es ¿qué tiene que hacer el joven Satoru de 29 años, metido en el cuerpo de un niño de diez, para poder cambiar desde este pasado que ahora vuelve a ser su presente, para que ese futuro del que ha huido no ocurra? Tiene muy poco tiempo para descubrirlo y asegurarse que lo que cambié en el pasado forme un nuevo futuro, al que todavía tiene que descubrir como regresar.
[…] Y eso de alguna manera refresca el género, como ya vimos en la totalmente inadecuada y divertida Scouts Guide…