Cuando yo era niño, Mazinger Z era lo más de lo más. Absolutamente genial y alucinante. Amaba ese “dibujo animado” y me pasaba horas dibujando al robot gigante o la “pequeña nave” que lo controlaba. Y ya no hablemos de sus realmente temibles robobestias, siempre acompañadas de música de miedo y sonidos metálicos. Recuerdo haber visto todos los episodios que pude ver, comprar láminas y juguetitos e incluso llenar el álbum de figuritas. Ya muchos años después, cuando quiso las vueltas de la vida que el viejo dibujo animado volviera tal cual a las pantallas me di cuenta que la nostalgia me hacia verlo diferente de como fue realmente. Y claro, cuando comencé a meterme al mundo del anime y el manga aprendí mucho más de él y tuve la oportunidad de ver las otras encarnaciones animadas que vinieron después, las cuales ya se parecían un poco a lo que yo recordaba. Todo esto dicho viene al caso porque lo primero que voy a decir de esta película que es tal cual como yo recuerdo que era el viejo dibujo animado, es decir, es como mi memoria me dice que era la vieja serie. Con una animación impecable, esta película es sin duda una golosina para la vista en todos y cada uno de sus cuadros y también todas las apariciones especiales que vemos en ella (y aquí empezamos con la segunda cosa que quiero decir) ya que en cierta medida «Infinity» funciona como un cierre completo al universo de Mazinger Z, dentro de las celebraciones que se dieron por los 50 años que Go Nagai tiene trabajando en la industria del anime y el manga. Creo que eso, también, es lo único realmente criticable que la película tiene: que aunque lo intenta, las explicaciones que da no bastan para entender y comprender las relaciones entre todos los personajes, y cuales fueron sus historias dentro de la mitología de Mazinger Z. Algunos incluso aparecen brevemente y no vuelven a salir, ya no digamos a las robobestias, que es fantástico volverlas a ver con animación de vanguardia… durante unos pocos segundos pues son destruidas, muchas de un solo golpe, por Mazinger. Fuera de estos dos temas: la nostalgia y lo poco contenida en si misma que esta película es; estamos ante una cinta que con algunos tropiezos avanza con bastante normalidad, contando lo que quiere contar hasta su gran batalla final y posteriores conclusiones (que diríamos que casi no dejan espacio para mucho más). Así que en honor a las viejas glorias y para apoyar la idea de que se estrenen películas animadas japonesas en nuestros cines, y en especial si eres un fan de la vieja serie, te recomiendo que te gastes unos soles y vayas a verla en pantalla gigante, como debe ser.
Diez años después del final de la serie y con el Dr. Hell y sus secuaces desaparecidos, la humanidad goza de un periodo de paz y alta tecnología, gracias al uso de la energía fotoatómica. Koji Kabuto ha seguido los pasos de su abuelo y se ha convertido en un prominente científico que desde el Instituto de Energías Fotoatómicas, vela por este renacimiento tecnológico. Precisamente uno de los proyectos de investigación del instituto descubre bajo el monte Fuji, un titánico robot mazinger de dimensiones colosales, que aparentemente debe ser pilotado por un robot mazinger. Y junto a él a su interfaz, que tiene forma de chica, a la cual Koji bautiza como Liza. Pero el descubrimiento del mazinger gigante viene acompañado con el mayor peligro que la humanidad haya enfrentado jamás, el cual podría destruirla en un instante, por lo que Koji deberá volver a pilotar nuevamente al viejo Z para luchar por evitar que la humanidad desaparezca.
[…] Y eso de alguna manera refresca el género, como ya vimos en la totalmente inadecuada y divertida Scouts Guide…